Arica y Tacna, pugna entre dos hermanas 
 
La rivalidad entre Arica y Tacna tiene raíces más profundas que la competencia por el mercado de aceitunas, la Zotac o la odiosidad de los que no olvidan la última guerra de Chile contra Perú y Bolivia. Proviene de todo el trayecto histórico de ambas y es un episodio de la historia peruana en el cual Chile no tiene nada que ver. Tacna no es "Heroica Ciudad" por haber sido reintegrada al Perú, sino que ese nombramiento honorífico le fue asignado por el Congreso peruano en 1825, por haber sido asiento de la primera acción concreta en pos de la Independencia, liderada en 1811 por el malogrado "balanzario" de la Fundición Real, don Francisco Antonio de Zela y Arizaga (muerto en prisión) y proseguido por la gestión de Enrique Paillardelli dos años mas tarde. Por entonces, Tacna era de facto el centro administrativo de la región, categoría que arrebataría oficialmente a Arica sólo en 1825, y tenía una población cuatro veces más numerosa que la nuestra, aunque Arica ya había sido ascendida al rango de Ciudad en 1570, "Muy Ilustre y Real" por añadidura, por gracia del Rey de España. 
 
Durante la Conquista, la Corona estableció tres tipos de asentamientos: Ciudad, Villa y Pueblo de Indios. La última categoría, ordenada por la Corona en 1557, tenía por objeto "congregar en los valles que ofrecieran comodidad para el cultivo" a los indios para controlarlos mejor en materia de tributación, catequización y "contratación" de mano de obra para la criminal actividad laboral que exigía el despojo de América (nota). Los españoles no podían (teóricamente) residir en las "Reducciones" o Pueblos de Indios. 
 
Cuando se fundó la Villa de San Marcos de Arica en 1541 (hay evidencias aparentemente sólidas que sugieren que ese evento no es verdadero), se estaba estableciendo una unidad urbana para españoles, aunque sustentada por el trabajo de los indios de las encomiendas. Mucho tiempo después, en 1570, el Virrey Francisco Toledo estuvo cinco años viajando por sus dominios "poblando" y "reduciendo" el territorio. Para realizar esa gestión en el territorio vecino a Arica, envió en 1572 al Capitán Juan Maldonado de Buendía quien, entre otras gestiones, "redujo" a los 2.840 indios del Repartimiento de "Tácana" (los sobrevivientes de los 7.000 que había a la llegada de los españoles) a tres pueblos, de los cuales subsistió sólo "Sant Pedro de Tácana". 
 
La Reducción de Tácana consistió en una calle central (la actual Zela), cruzada por cuatro "traveseras", delimitando manzanas que albergaban "solares" para los distintos ayllus, en los cuales los indios tributarios debían construir casas definitivas, "de pared". Por muchas razones eso no resultó y los tributarios fueron vendiendo sus solares a los españoles, pese a reiteradas y severas órdenes de desalojar a los españoles de Tacna y enviarlos a Arica, donde les correspondía vivir. 
 
En capítulos anteriores (véase los dedicados a la "economía colonial") establecimos para Arica tres períodos: el "boom" económico motivado por la plata de Potosí, la decadencia iniciada a principios del siglo XVIII y el "período de incertidumbre" que se inicia con la recuperación económica iniciada en 1850 y luego mantenida en ascuas por la no deseada anexión al territorio chileno y las secuelas culturales, económicas y administrativas consecuentes. Déjese claramente establecido que, aunque los ariqueños actuales no quieran reconocerlo (o no puedan hacerlo por ceguera cultural) y aunque ninguno de nosotros quisiera cambiar de nacionalidad, somos, como ciudadanos de Arica, producto de la gestión del Perú y ahora un pseudopodio inanimado de la insular República de Chile. 
 
Veamos pues, cómo y cuánto gravitó Tacna en nuestra evolución histórica. 
 
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