Tour por la precordillera 
 
No lo puedo comprender. Tanto se habla de que somos especiales y que hay que potenciar el turismo en Arica y tan poca gente sabe lo que realmente somos como identidad territorial y conoce lo que se podría hacer. Pues hay un circuito que se presta para el turismo de aventura con un mínimo de apoyo logístico y que, uno tras otro, va mostrando numerosos lugares que relatan nuestro interesante pasado. 
 
Basta un vehículo 4x4 sin grandes pretensiones y un recorrido de poco más de 600km. El viaje entero puede hacerse en dos o más días, dependiendo de cuánto se quiere explorar. En cualquier parte del camino se puede pernoctar con seguridad, durmiendo en el vehículo o en carpa y hay alojamiento más formal en Belén y Codpa
 
Si se ha de visitar los pukaras de la ruta, en ningún momento se estará a más de 90 minutos de caminata para volver al vehículo, pero es un requisito indispensable que la exploración más profunda del circuito se realice bajo la responsabilidad de empresas de turismo serias y que existan las instancias oficiales para fiscalizarlas debidamente, porque la "cultura" chilena es tal, que no puede arriesgarse nuestro patrimonio cultural facilitando el acceso a esos lugares sin el debido control. Hacerlo es condenarlos a una muerte rápida. Basta ver el desastre en que está la cantera de Cerro Chuño, donde los petroflifos más bellos fueron robados, canteándolos hasta con dinamita, los estúpidos rayados de los petroglifos de Ofragía,  
 
 
 
los que ya están apareciendo en Rosario (valle de Lluta) y tantas otras muestras que demuestran que el público chileno no está preparado para disfrutar de los remanentes de su patrimonio cultural. 
 
Por otra parte, de nada sirve ir a mirar amontonamientos de piedras si no se conoce su significado y la historia que cuentan. No hay en el ámbito fiscal ni en el privado información al respecto. Es decir, la explotación turística del recurso que expondremos necesita de una adecuada preparación de los responsables oficiales del turismo y patrimonio, una disposición y preparación que no existe en el ámbito privado y la concientización de los locales para que, al estilo de lo que ocurre en San Pedro de Atacama o en otros paises donde las comunidades indígenas explotan y protegen el turismo cultural, participen de los beneficios y responsabilidades. Ellos mismos están dañando en nuestra tierra a ese patrimonio, por desconocer su importancia. En el fondo, también se necesita educar como se debe a la comunidad. A los jóvenes prácticamente no se les enseña nada de la historia de Arica que no sean batallas, nombres y conflictos bélicos intrascendentes. Nuestros 10.000 años de historia están allí a la vista, pero Chile no está preparado para apreciarlo y no tiene interés tampoco. 
 
Sin embargo, hay alguna esperanza. Extraoficialmente tuve hace años alguna relación indirecta con un magno proyecto de la Corfo para definir nuevos circuitos turísticos. Tuve la esperanza de que eso produciría resultados concretos, pero parece que todo quedó archivado en algún cajón olvidado. Por ahora es pertinente describir nuestra riqueza para reunir esfuerzos que nos ayuden a preservarla. No hacer este esfuerzo significa dejarla a merced de los vándalos que más temprano que tarde la descubrirán y destruirán, o de contratistas depredadores como los que hicieron pasar a la carretera por encima del Tambo de Zapahuira
 
Tambo de Zapahuira 1. Al fondo, la colca restaurada y a la derecha, el cerro tangani Huaycuta. En el primer plano se insinúa la pirca de un grupo de colcas parcialmente restauradas. Nótese que la irreverente carretera simplemente pasaba a rompe y raja a través del complejo, dañando una reliquia que los técnicos santiaguinos no supieron respetar (no era “chilena”). Esto fue corregido a principios del siglo actual.
 
La colca restaurada del Tambo de Zapahuira 1. A la izquierda se insinúa lo que queda del resto. Al fondo, los Nevados de Putre (Taapaca).
 
o de los geomensores que contemporáneamente pintarrajearon uno de los más peculiares petroglifos de Ofragía. 
 
Panel de petroglifos de Ofragía, con la sigla que ejemplariza el ejercicio de los técnicos responsables del “progreso” de la República de Chile. No le quepa la menor duda que el delito, cuyos autores son fácilmente identificables, permanecerá impune.
 
El viaje 
 
Relatemos pues un viaje que he realizado varias veces con turistas, arqueólogos y antropólogos de diversas nacionalidades, el que resume miles de horas tratando de conocer la zona. Supongamos que Ud. nos acompaña y que quiere conocerlo todo, o casi, pero no intentaremos describir a los pueblos pues para eso están las guias de turismo más formales. 
 
Partiremos bien temprano para internarnos por el valle de Lluta. Cerca de donde empiezan los geoglifos, visitaremos el complejo de colcas subterráneas de Huaylacan, a pocos metros de la carretera internacional. Son numerosos hoyos estabilizados por un revestimiento de piedra, que se utilizaban en el Período Tardío (incaico) como depósito de alimentos. 
 
Una de las múltiples colcas de Huaylacan, en la parte baja del valle de Lluta
 
Más o menos en el kilómetro 15, pediremos permiso para cruzar una chacra y visitar los petroglifos de Rosario (Lat.18º25'S, Long.70º09'O) 
 
Uno de los paneles de petroglifos de Rosario, en el valle de Lluta.
 
y luego subiremos un poco por la ladera sur del valle para visitar las ruinas de los tres poblados prehispánicos adyacentes con sus respectivos cementerios saqueados desde la época colonial y seguiremos un poco al este para explorar un ingenioso horno metalúrgico elaborado quien sabe cuándo con sólo los materiales que se encuentran en el lugar. 
 
Horno en la ladera de Rosario (valle de Lluta), vecino a un sitio incaico.
 
Volveremos a detenernos unos pocos kilómetros después, para remontar brevemente la ladera norte del valle y recorrer las ruinas incaicas de Mollepampa (centro administrativo imperial) y asombrarnos de la magnitud del desastre cultural provocado por los huaqueros de todas las épocas, quienes han esparcido una infinidad de huesos humanos que hoy se pulverizan poco a poco blanqueados por el sol. 
 
Tumba expuesta del poblado de Mollepampa, valle de Lluta.
 
Una muestra de nuestra actitud hacia el pasado de nuestra tierra. Poblado de Mollepampa, valle de Lluta.
 
Pasado Poconchile, 
 
 
renunciemos por ahora a visitar otras ruinas y de seguir hasta Chapisca, poco más allá de Molinos, donde hay interesantes petroglifos y más restos de asentamientos indígenas. Ascendamos entonces la cuesta, siguiendo la carretera internacional y en poco más de una hora estaremos tomando un té de hojas de coca en la pintoresca colonia de Mallku (Lat.18º25'S, Long.69º40'O, 3.100msnm). 
 
 
 
Alexis Troncoso, jefe de la única familia de la colonia de Mallku, poco antes de Zapahuira (Copaquilla).
 
Si tenemos algunas horas disponibles entraremos a la Pampa del Muerto para visitar las apachetas 
 
Apachetas de la Pampa del Muerto, en Copaquilla, frente a Mallku. Nótese las “casitas” de piedras laja.
 
y a un par de aleros con pictografias de hace miles de años 
 
Alero Nº 13 de la Pampa del Muerto, entre la quebrada de Cardones y el valle de Azapa (Copaquilla).
 
Algunas pictografías de los aleros Nº 13 y 14 de la Pampa del Muerto, en Copaquilla.
 
y en ese caso podemos pasar la noche acampando en los espacios que ofrecen en Mallku. Otra alternativa, si alcanza el tiempo, es continuar el circuito y acampar en Chapicollo
 
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