¿Montar a lo huaso, a lo “pituco” o como se debe? 
 
Los huasos corraleros y campesinos que arrean vacas usan una técnica de equitación diferente a la más apropiada para “hacer gimnasia” con el caballo, sacrificando la variedad de estímulos en aras de una mayor estabilidad en las gestiones bruscas o intimidadoras. Pero Ud. quiere cabalgar y no arriar vacas y en consecuencia, debe montar como le resulte más cómodo, seguro y eficiente. La estricta  adhesión a un estilo es irracional, por mucho que sea la costumbre habitual. La equitación está llena de mitos... 
 
Se ha de montar con los aparejos y maneras que más acomoden al caballo, al jinete y a las circunstancias. Eso no puede diseñarlo un principiante, pero para eso estábamos nosotros. 
 
Lo que más cuesta aprender y enseñar es el manejo de las riendas, la principal vía de comunicación entre jinete y caballo. Olvídese de lo que ha visto en las películas: en general, las riendas siempre se deben manejar con suavidad, sin tirones abusivos ni excesiva tensión y preferentemente una en cada mano. Para los giros, a la derecha por ejemplo, se llama rienda interior a la derecha, la que está al lado del giro y exterior a la otra. La primera debe ejercer una leve tensión y alejarse del cuello (sin levantarla), mientras la exterior debe relajarse un poco y tal vez presionarse sobre el cuello para intensificar el estímulo. Imagínese que el caballo es un trozo de manguera y Ud. está montado en el medio de ella: con una adecuada gestión de las riendas conseguirá que la parte de adelante (el cuello y las manos) gire hacia el lado deseado. En rigor, las piernas debieran encargarse de que la parte de atrás (las patas) se desplacen en el otro sentido o que la columna del caballo se arquee cuando corresponda, pero eso ya es complicado para los principiantes y generalmente puede conseguir el giro manejando bien las riendas. 
 
Confieso que no soy más que un aprendiz, por mucho que haya montado a muchos caballos en muy diversas sillas, con distintos tipos de riendas y frenos y en pampas, valles, playas, sierras y pistas de carrera. Por años busqué trucos y técnicas o recetas sin conseguir sentirme confiado y eficiente. Lo último no lo he conseguido al nivel que desearía, pero mucho he progresado desde que empecé a comprender los “porqué”. Me parece ilógica la tendencia a enseñar técnicas sin explicar el porqué. ¿Porqué iniciar un galope “a la mano” si el animal igual galopa si se lo castiga? ¿Porqué presionar uno u otro lado o ambos flancos del caballo con las pantorrillas según las circunstansias? ¿Porqué manejar las riendas con suavidad o energía para una u otra gestión? La respuesta es: montar bien no depende de una receta de cocina, sino de la comprensión de lo que hace reaccionar a un caballo. ¡No son máquinas, sino seres vivos siempre conscientes de que no son depredadores sino potenciales víctimas de ellos! 
 
Los buenos jinetes intuitivos o campesinos llegan a comprender lo que motiva las reacciones del caballo, a menudo sin darse cuenta que lo hacen. No siendo un jinete innato, mi progreso más tranquilizador ha sido empezar a comprender los “porqué”, lo que no se obtiene sentado en una montura sino que frente a un buen libro. ¿Cuántas horas de instrucción teórica se ofrecen en los centros ecuestres huasos o clásicos?: nada o casi nada. Para volar aviones se requiere más horas de instrucción teórica que de vuelo real y eso que los aviones no tienen personalidad. Pues los caballos sí la tienen pero lo habitual es creer que basta montarlos y manejarlos como a un automóvil: haga esto o aquello para tal o cual cosa. Generalmente funciona más o menos bien, pero nunca con el margen de seguridad que aporta el conocimiento teórico, el saber “porqué” esto o aquello consigue una respuesta. Si ha de progesar más allá de ser un paquete transportado por un caballo, practique y practique, pero no deje de estudiar y estudiar la teoría. 
 
De acuerdo a Frank Bell (www.horsewhisperer.com) hay 4 niveles que definen a un equitador. Haga un esfuerzo por ubicarse en alguno de ellos y ganará puntos en favor de su propia seguridad: 
 
1. Incompetencia inconsciente. No se está preparado y ni siquiera se da cuenta: cree que basta con tener agallas. 
2. Incompetencia consciente. “Tengo muy claro que no estoy preparado, pero quiero aprender. Sé que montar requiere más que sólo agallas”. 
3. Competencia consciente. “Sé bien que cabalgar requiere preparación y que hay que pensar como caballo. Harto he conseguido pero sigo tratando de hacerlo mejor, porque tengo claro que aún me falta mucho”. (Aquí me ubico yo mismo y a mi amigo Carlos, aceptamos nuestros límites e intentamos superarlos). 
4. Competencia inconsciente. Se cabalga con la naturalidad y el autamatismo con que manejamos un auto, pero siempre preparado para una contingencia. 
 
Estos niveles son pragmáticos y hemos aprendido que hay que aplicárselos a todos los jinetes que montan con nosotros. Están absolutamente desvinculados del estilo en cuanto a que un elegante jinete de picadero puede verse muy bien saltando vallas pero en terreno resulta estar en el Nivel 1 y crearnos serios problemas. Por el contrario, a más de un desastrado jinete intuitivo lo hemos catalogado en Nivel 4. Tampoco depende exclusivamente de la capacidad por mantenerse a bordo: se puede montar con mucha habilidad técnica, pero si se ignora al caballo o se le “humaniza”, no se ha salido del Nivel 1. 
 
Una vez conversamos el tema con gauchos de vasta experiencia, quienes casi nacieron arriba de un caballo. Al final concordamos en lo siguiente: ellos son hábiles jinetes porque su vida entera ha estado vinculada a la equitación intuitiva (”competencia inconsciente”), pero un buen instructor de equitación clásica puede conseguir que cualquier muchacho o dueña de casa sea una buena y versátil jinete (”competencia consciente”) en menos de un año con un adecuado programa de instrucción teórica y dos o tres horas de práctica a la semana. Después de eso, si sigue tratando de aprender, podrá diseñar por su cuenta un estilo y aparejos apropiados para cada ocasión. 
 
Incompetencia consciente. Tras ocho meses de aprendizaje a mi lado, mi nieto Israel recibió su primer caballo. Ya dominaba el trote levantado (“posting”) y el galope controlado, pero tenía que recibir instrucción formal para tener la oportunidad de llegar a ser un jinete de verdad. Pocos días después inició su instrucción en el amistoso Centro Ecuestre Militar de Arica. Cinco conscriptos lo acompañan en su primera sesión. ¡Gracias Regimiento Matucana!
 
 
A Israel yo le enseñé a cabalgar, pero no a saltar. Con su disciplinada obediencia llegó al Centro Ecuestre con un buen dominio de lo básico y tras sólo cinco sesiones ya empezaba a saltar con cierta eficiencia y sin temores. Lo que quiero demostrar es que conmigo puede cabalgar por la sierra mejor que sus compañeros del nivel al que ha sido asignado en el Centro ecuestre y que en el picadero puede hacer lo que mis avezados compañeros de aventuras no dominan. Hay muchos bemoles en la formación de un buen jinete y lo que él ha conseguido en tan corto tiempo es consecuencia de una actitud desprovista de soberbia y un programa docente bien diseñado. Israel sabe muy bien que aun tiene mucho que aprender.
 
En menos de dos meses su galope ya era más que suficiente para nuestras aventuras serranas...
 
Un año y medio después participó en su primera competencia de saltos. Pero eso no es todo su horizonte de jinete: con cualquier tenida, en cualquier silla y casi en cualquier caballo, era ya también eficiente en terreno, cerros, pampas y senderos difíciles.
 
Nunca se deja de aprender, pero no todo depende de las horas acumuladas a bordo de un caballo. Conocí a pilotos de aviones extremadamente hábiles para tal o cual maniobra, pero temibles por su irresponsable audacia producto del desconocimiento de las reglas y parámetros de seguridad que sólo se aprenden en una sala de clases... 
 
Si se quiere llegar a ser un buen jinete cuando no se ha aprendido en forma intuitiva desde la niñez, es altamente recomendable entregarle la tarea a un centro ecuestre eficiente y responsable. Mi hija mayor, Paula, ya nos había acompañado en largas cabalgatas no muy difíciles, pero no hubo oportunidades para enseñarle personalmente como lo hice con mi nieto. Cuando volvió a vivir en Arica y se enamoró de mis caballos, decidimos que empezara por lo básico (Nivel 1): varios meses montando sin estribos y haciendo ejercicios para desarrollar los reflejos necesarios para equilibrarse sobre el caballo. Conseguido eso, cuando le pusieran estribos a la montura todo le resultaría más fácil y mejor. A la vez yo le enseñaba a montar como se debe en terreno, con estribos y aun en tramos largos, difíciles y peligrosos como la cabalgata a Codpa y lo hizo muy bien, probablemente mucho mejor que algunos jinetes “saltadores” de picadero. 
 
Paula ejercitándose en el Nivel Básico. Sin estribos, no tardó en trotar y luego galopar con entusiasmo y hasta soportar dos corcoveos consecutivos de una yegua que abusa de los principiantes (y aterrizar al tercero). Cuando volvió a montar con estribos ya pude enseñarle sin temores más de los trucos de la conducción, prepararla para nuestras cabalgatas más exigientes y ya se interesó por aprender a saltar bien. En menos de un año pasó al nivel de “competencia consciente”.
 
Tras unas 15 clases ya empezaba a saltar, ¡sin estribos y en una silla tropera! Al año siguiente pasó al Nivel 2 (con estribos y riendas independientes) pero sus compañeros de clase eran tan limitados que ni siquiera podía trotar. Eso me decepcionó mucho y estuvimos  a punto de  retirarnos del centro ecuestre, pero éste es amistoso y versátil y muy pronto la promovieron al “Nivel Especial” al que pertenezco. En éste nos ejercitamos practicando maniobras clásicas, pero luego salimos a terreno a pasear y a practicar gestiones que algunos jinetes de picadero no dominan: trotar o galopar por terrenos harto irregulares, saltar zanjas y los “mini-acantilados” de arena que provocan las marejadas, subir y bajar altas y empinadas dunas, controlar a caballos cargados de adrenalina que suelen portarse mal en terreno y en definitiva, prepararnos para ser jinetes versátiles y no sólo jinetes que saltan vallas. En un año, con lo aprendió cabalgando sin estribos en el centro ecuestre y con ellos en el campo y en la sierra conmigo, de inmediato pasó a ser un componente no discordante del grupo. Ambos queremos que ella llegue a ser JINETE, con mayúsculas. Cabalgando juntos y con un instructor militar y siendo ella estoica y valiente, ambos le aportaremos lo necesario para conseguirlo. Eso es equitación...
 
Insistiendo en el tema del comentario de la foto precedente, no puedo dejar de expresar mi inquietud por las irracionales dimensiones de lo que suele llamarse “equitación”, las que contrastan a quien cabalga en un ámbito protegido y benigno con aquel que tiene que llegar como sea montando al animal que le tocó, burdo o sofisticado, manso o mañoso, caballo o mular. Un jinete intuitivo puede beneficiarse mucho si asiste a un centro ecuestre “pituco”: aprenderá el trote levantado (”posting”), de gran utilidad para largas cabalgatas y una más eficiente utilización de las riendas y piernas para hacer filigranas con el caballo, entre otras habilidades. Quien sólo cabalga en picaderos puede parecer muy elegante y saltar vallas en forma envidiable, pero eso no significa que sea un buen jinete. Un buen jinete es quien puede entenderse bien con un caballo en cualquier situación. En el campo no nos sirven los jinetes elegantes a quienes se les entrega un animal ensillado y embridado y lo cabalgará en un recinto benigno y cercado. Un buen jinete se maneja tan bien en el picadero como en cualquier terreno agreste. Domina bien al caballo como se enseña en los centros ecuestres, pero además sabe ensillarlo, elegir el aparejo apropiado para el terreno, conoce los trucos para colocar la embocadura a los animales difíciles y sabe elegir la más apropiada, sabe subir y bajar pendientes peligrosas, reacondiciona su silla según las circunstancias, es capaz de trotar y galopar por terrenos irregulares (los picaderos son una blanda delicia sin montículos, piedras y objetos o circunstancias que asustan a los caballos), sabe cómo amarrarlo con seguridad, controlar el pánico que suele aparecer en terreno y un largo etcétera. Es decir, es quien puede resistir la gestión necesaria para seguir montado con seguridad para honrar el dicho “por donde pasa el viento, pasa el huracán de la caballería”. En terreno no se saltan vallas, se saltan acequias, canales y otros obstáculos horizontales y raramente verticales a menos que sea un montículo o una abrupta elevación o descenso del terreno. Cuándo usar un petral o una baticola, cuándo rejustar la cincha a un caballo que se ha esforzado ocho horas sin agua ni alimento, cómo forzar al animal a cruzar ríos u obstáculos que lo asustan, cómo dominar a un potro adicto al sexo, cómo escapar de éste si se está montando a un yegua en celo, cómo llevar a un animal de tiro sin más elementos que una cuerda (a pie o cabalgando), cuándo dejarlo beber agua y cuánta, cómo y cuando y con qué alimentarlo. En definitiva, cómo cabalgar de A a B cualesquiera sean los obstáculos. 
 
Eso define a dos tipos de ¿jinetes? Pero JINETE con mayúsculas es quien llega a su destino sin aspavientos ni accidentes. Para eso hay que conocer las técnicas de la equitación “pituca” y los trucos del campesino. Si se tratara de un piloto de avión, para poner un ejemplo, debe saber aterrizar con elegancia en una pista pavimentada y también tener la capacidad de aterrizar sin incidentes en un campo arado cuando se queda sin motor y luego despegar desde éste cuando resuelve el problema. La equitación no admite dimensiones ni restricciones. Es difícil conseguirlo, pero esa debe ser la meta de la docencia ecuestre y en general no lo es... 
 
El mejor ejemplo que puedo ofrecer para sustentar lo expresado es la comparación, a mediados del 2006, de mi capacidad como jinete y las de mi nieto de 10 años tras 8 meses de adiestramiento conmigo y otros tantos en el centro ecuestre. Yo aprendí a “andar a caballo” de chico, más o menos a la misma edad a la que él empezó a “montar como se debe”. Yo aprendí en caballos campestres mansos transitando por senderos que les eran familiares; él aprendió en mulas que apenas conocíamos y luego en caballos generalmente difíciles, algunos capaces de saltar vallas y otros a hacer equilibrios al borde de un precipicio, pero que no saben lo que es un sendero familiar. El se ha caido ya muchas más veces que yo en mi larga vida, pero jamás lograré saltar vallas como él lo hace. Sólo el 2004 me involucré con la equitación convencional (estilo inglés); él inició su aprendizaje bajo los preceptos de ésta. El hizo una linda presentación a fines del año 2006, saltando vallas múltiples y relativamente complejas en el rectángulo de pasto; yo sólo hice unas pobres filigranas en el rectángulo de tierra suelta. Pero, cuando el caballo lo trata mal o le porfía, aún tenía yo que indicarle qué hacer y si el animal se ponía muy difícil, era yo quien lo montaba para quitarle su soberbia y en senderos difíciles, yo lideraba. 
 
Técnicamente, desde un punto de vista centrado en el picadero, mi nieto me superó largamente en el transcurso del 2006. Pero en el campo y en la sierra, aún necesitaba de mi experiencia. Bueno, yo tengo más de sesenta años y él sólo tenía 10 cuando escribí esta sección; yo cientos de horas de cabalgatas difíciles y él cientos de saltos. A él lo preferirían para una presentación, a mí para liderar una cabalgata difícil. Una vez se le desbocó una yegua en el picadero y ésta por su cuenta saltó una cerca de más de un metro de altura: Israel ni se inmutó y disfrutó del incidente que para mí habría significado un gran porrazo, pero a mí no se me habría arrancado el caballo... 
 
Ni uno ni el otro era por entonces un jinete completo. Yo ya había llegado al límite de capacitación que las circunstancias permitieron, pero él tenía la posibilidad de superarme largamente si llegara a tener la oportunidad de vivir mis experiencias en terreno, o quedaría sólo como un jinete de picadero si no lo hiciera y si no aprendiera a entrenar a un caballo, lo que requiere leer mucho y luego aplicar lo aprendido. De todas maneras, a los 10 años yo no tenía ni un centésimo de su capacidad para permanecer a bordo, lo que demuestra la importancia de aprender a montar en la forma más eficiente que existe: el llamado “estilo inglés”. Llegar a ser JINETE es una exitante pero larga gestión que requiere experiencia en terrenos difíciles y maniobras de todo tipo, estudio de la teoría, comprensión de la etología del caballo y haber vivido con y domado y entrenado a por lo menos un caballo. Si tengo la suerte de acompañarlo por algunos años más, entusiasta como es, Israel llegará a ser el mejor jinete de la familia, o tal vez el único JINETE de los Aguirre de Arica... 
 
 
Aires del Caballo 
 
En general, al paso, al trote y al galope, la pata (extremidad posterior) se apoya sobre o un poco por adelante de la huella dejada por la mano del mismo lado (extremidad anterior) y el animal mantiene lo que diríamos “su longitud” natural. Pero cada uno de esos aires tiene variantes, entre ellas, el “alargamiento”, por ejemplo. Se llama batida al espacio recorrido entre dos apoyos de una determinada extremidad. En los aires alargados el caballo se alarga estirando el cuello, bajando algo la cabeza y adelantando el hocico, a la vez que las extremidades posteriores dan un impulso más fuerte y desde más atrás y luego se posan por delante de la huella de la mano del mismo lado, alargando la batida. En contraste está la variante “reunida”, en la cual el caballo se acorta arqueando el cuello, levantando la cabeza, retrocediendo la posición del hocico y encajando las extremidades posteriores bajo la grupa, hacia adelante. La batida se acorta porque las patas pisan más cerca de la huella de las manos y obviamente la velocidad disminuye, pero el aire es más espectacular, con el caballo marcando con entusiasmo la elevación de sus miembros y el esfuerzo no utilizado en provecho de la velocidad se utiliza en una mayor elevación del aire. El caballo se ve ansioso por acelerarse y el jinete muy eficiente en impedírselo: “tira pinta”. Muy básicamente, un aire reunido resulta de un enfático estímulo con las piernas y cierta restricción al avance con las riendas y requiere entrenamiento del jinete y del caballo. 
 
Paso. Es un aire en cuatro tiempos porque cada extremidad pisa el suelo en un momento diferente, con la siguiente secuencia: una mano, la pata opuesta, la otra mano y la pata restante. En ningún momento deja de haber una extremidad en contacto con el suelo (no hay “suspensión”). La cabeza tiene un leve va y viene en sentido longitudinal. 
 
No hay visón ecuestre más triste que un caballo marchando al paso sin ganas, con la cabeza gacha y caminando apenas y el jinete desparramado sobre la silla. Tal vez ésto se pueda tolerar cuando ambos están agotados tras un muy largo o esforzado trayecto, pero no en condiciones normales. Al paso, la única manera de cabalgar, no porque sea elegante sino porque implica una adecuada interacción entre jinete y caballo y una más eficiente utilización del esfuerzo que hace el animal, es el paso vivo, con el jinete bien montado y el animal caminando con ganas y casi deseando trotar, o dispuesto a hacerlo al menor estímulo. Esto se consigue manteniéndole la cabeza algo levantada con una suave y elástica tensión de las riendas e impulsando intermitentemente al animal con el empuje de la pelvis y pesión de las pantorrillas y tacones sólo si es necesario   Si quiere que Ud. y su animal generen lástima, suelte las riendas, relaje todos sus músculos y olvídese de las piernas: así ya no cabalga, está a la deriva. Muy por el contrario, montar requiere una gestión positiva y un esfuerzo físico permanente de ambos protagonistas, aun al paso. 
 
Trote. Es un aire en dos tiempos y “con suspensión” porque las extremidades diagonales (mano de un lado y pata del otro) tocan el suelo al mismo tiempo y luego, con el impulso de la pata, el caballo pierde contacto con el suelo antes de apoyar el otro par de diagonales. Es el aire más docente para el caballo y el jinete si éste domina el “posting” o “trote levantado”, algo de lo cual se muestra en este link
 
El trote es el aire más docente y si es con “posting”es el más cómodo para el caballo y el jinete, pero cuesta aprenderlo. Le aporta al jinete eficientes reflejos de estabilidad y postura corporal y es el aire más apropiado para depurar las órdenes (que se llaman “ayudas”) para la conducción del animal. Hay que tratar de aprenderlo lo antes que se pueda. Si se trata de recorrer largas distancias en corto plazo puede ser más eficiente que el galope pues no abusa del caballo. El trote genera una serie de saltos que hace rebotar al novato sobre la silla, lo desestabilizan y lo zarandean fuertemente. El huaso simplemente “aguanta” el trote, manteniéndose sentado, lo que es cansador para el caballo y el jinete. En el trote a la inglesa “(posting”), uno levanta las asentaderas cuando una mano toca el suelo y se vuelve a sentar con la otra y así va ariba, abajo, arriba, abajo; cada vez que uno se sienta, aprieta las piernas y/o talones para estimular al caballo, con una intensidad apropiada para mantener el ritmo. La cabeza de caballo se mantiene erguida, sin desplazamientos hacia atrás o adelante, por lo que las riendas deben permanecer razonablemente tensas, con las manos inmóviles, bien juntas y un poco por adelante del extremo anterior de la montura. Si el caballo se entusiasma y acelera el trote por su cuenta, tironcitos intermitentes con la rienda exterior se lo impiden y puede entonces no ser necesario aplicarle las piernas cada vez que vuelve a sentarse. Se llama mano interior a aquella durante la cual uno se sienta cuando ésta pisa y si el trote ha de llevar al galope, la orden para iniciarlo debe impartirse cuando la mano interior pisa el suelo y Ud. está sentado, pero eso no lo debe tomar en cuenta el principiante pues es un poco complejo. 
 
Trote a la inglesa, “levantado” o “posting”. Cuando la mano exterior pisa, el jinete levanta sus asentaderas y las desplaza un poco hacia adelante. Se sentará por un instante en la silla cuando pise la mano interior. El tronco del jinete está en posición recta, levemente inclinado hacia atrás y el talón de su pie apuntando hacia el suelo. Desde su codo hasta el hocico del caballo se puede trazar una línea recta. Gestión aceptable, aunque no impecable...
 
Galope. Es un aire en tres tiempos “con suspensión”. Imagínese que se está cabalgando un círculo para que comprenda mejor la secuencia. El galope se inicia con el empuje de la pata exterior, luego pisan simultáneamente la mano exterior y la pata interior y después la mano interior. Antes de que se reinicie el ciclo (antes de que la pata exterior vuelva a dar el principal empuje a la marcha), el caballo queda un rato en el aire. La pata interior es la que más soporta el peso del caballo y la exterior la que lo impulsa, por eso es que, en un picadero o en círculo, se debe galopar “a la mano” (la pata exterior actuando como impulsora) para mayor rendimiento y comodidad de ambos. Por eso el trote levantado (”posting”) debe ir a la mano, para iniciar el galope estando sentado cuando la mano interior pisa el suelo. Si los estímulos se aplican correctamente en ese instante, el caballo iniciará el galope a la mano, en la forma que le es más natural y eficiente. 
 
Igual puede iniciar un galope sin preocuparse de “la mano”, pero el caballo no lo iniciará de inmediato (acelererá el trote con riesgo de desestabilizar al novato) y tal vez parta incómodo y menos estable, impulsándose con la pata que no corresponde. Puede que a los campesinos y principiantes sólo les interese que el animal galope, pero si ha de obtener el máximo rendimiento del caballo, éste debe galopar “a la mano”. Un comentario anexo: veo a campesinos que para hacer galopar a un caballo inclinan su tronco hacia adelante y adelantan las riendas, sueltas. Creo que todos los caballos responden a eso, pero no me gusta porque el caballo responde también si Ud. se inclina hacia atrás, usa sus piernas como se describirá y mantiene cierta tensión sobre las riendas para que el caballo galope a la velocidad que Ud. desea en vez de la que él quiere. El “acelerador” son las piernas y no el aleteo con las riendas. Lo de adelantarlas y aletear con ellas, algunos caballos pueden percibirlo como una amenaza y parten despavoridos. Las riendas y el estímulo de las pantorrillas y/o tacones son elementos para conducir y nunca las primeras deben usarse como “acelerador”. Si lo hace, puede estar generándole una gestión de huida y lo acostumbrará a que la repita. Si usa sólo sus piernas y su posición corporal, reserva a las riendas para indicarle la velocidad que Ud. espera. Es que hay que saber controlar al caballo, no sólo ser un virtuoso capaz de soportarle sus instintos. 
 
La posición del cuerpo, de los pies y de la(s) manos son parámetros importantes para galopar en la silla que sea. Algunos ejemplos:  
 
Una aceptable gestión para galopar con montura chilena: el tronco del jinete recto, los pies más adelante de la cincha, el talón apuntando el suelo y las riendas cortas en una posición un poco elevada, con los codos flectados para darle o quitarle riendas al caballo según las circunstancias. No es lo típico del “estilo chileno” pues las riendas chilenas son gruesas y se portan en una sola mano, pero este jinete ya ha descubierto las ventajas de las riendas delgadas y de poderlas manejar independientemente. A la larga, se seguirá convenciendo de otras ventajas de la equitación clásica.
 
Con sillas planas (”inglesas”). Todo es al revés de lo que hace este jinete: está inclinado hacia adelante, estriba muy largo y consecuentemente sus rodillas están poco flexionadas y eso le disminuye la estabilidad. Sus codos están extendidos (prohibido) y sus manos muy elevadas. Sólo rescato los talones apuntando al suelo.
La gestión debera ser ésta: tronco recto, pies a la altura de la cincha, codos flexionados, manos en contacto con la tuza. No es un tema de elegancia, sino de seguridad y mejor control del caballo.
 
Si el animal no quiere galopar o se desacelera hay que impulsarlo con las piernas y (en general) tensando un poco a las riendas para que el caballo se sienta dominado, más órdenes verbales e inclinando el tronco hacia atrás. Los principiantes lo hacen todo al revés, excepto instintivas órdenes verbales que en general los caballos no reconocen y tienden a aletear sus manos (lo que puede resultar pero tiene sus inconvenientes ya descritos). Pero cada caballo tiene respuestas diferentes; por eso conviene informarse antes de montar a un animal desconocido. La yegua que monta mi hija Paula en el Centro Ecuestre fue entrenada para pararse de manos: si no se le sueltan un poco las riendas al impulsarla con las piernas, se levanta espectacularmente. 
 
La posición del tronco del jinete es importante. Si nos desentendemos por un momento de la gestión de las piernas, éste debe estar siempre recto, pero inclinado hacia atrás para iniciar el galope o acelerarlo. En un galope moderado (medio galope) y si el animal responde bien, debe estar en la vertical. A medida que uno acelera el galope, el tronco se va inclinando hacia adelante, hasta la extrema posición de los jinetes de hipódromos. 
 
Gestión ineficiente: el animal no saldrá del trote a menos que se lo castigue duramente con la fusta y eso, yo jamás lo necesito.
Gestión más eficiente: el jinete tensa un poco las riendas, se inclina para atrás y aplica estímulos apropiados con la piernas y talones. Sus manos no abandonan la posición correcta en contacto con la tuza. Más detalles en el párrafo siguiente.
 
En la monta clásica, para sacar a un caballo entrenado al galope, se ejecutan simultáneamente cuatro estímulos: 
 
1. El jinete se inclina para atrás, lo que es un estímulo al avance. 
2. Se carga sobre el estribo interior (el del lado de la mano que está apoyada en el suelo) y presiona a la altura de la cincha o por delante de ésta la pantorrilla y el talón en el preciso instante en que la mano interior pisa el suelo. 
3. Se presiona con la otra pierna (exterior) por detrás de la cincha para incitar a la pata exterior a iniciar el empuje. 
4. Se acorta un poco la rienda interior por un instante. 
 
¿Porqué estimular adelante de la cincha con la pierna interior y a la vez “frenar” un poco con la misma rienda?: para que el caballo se reúna de ese lado, encaje la pata interior bajo el cuerpo y permita que el estímulo a la pata exterior genere el galope. Si no se reúne el lado interior, el caballo interpretará el estímulo de la pata exterior como una orden para simplemente alargar el trote. 
 
Así es la buena monta: un montón de estímulos sutiles, simultáneos o en rápida sucesión, pero claramente definidos. Apenas se notan, pero ¡funciona! y luego la velocidad se regula con piernas y riendas. Por eso se dice “a ese jinete le faltan piernas” cuando el caballo marcha sin entusiasmo o no obedece al intento de cambio de aire y “le faltan manos” cuando se le acelera. Al galope, el jinete se mantiene idealmente siempre sentado sin separarse de la silla. Para eso, a la larga se consigue que la pelvis siga automáticamente los vaivenes de la silla. Su tronco debe permanecer recto, algo inclinado como ya describió y debe estirar y recoger rítmicamente los codos para permitir los movimientos de la cabeza del caballo, a menos que se trate de un galope reunido, en el cual el caballo apenas mueve la cabeza. Los pies se cargan sobre los estribos para no perderlos y mantener la posición del pie con el talón apuntando al suelo. Los estribos pasan a ser sólo una ayuda ante situaciones inesperadas, pues el jinete se mantiene a bordo con el equilibrio de su cuerpo, las rodillas pegadas al faldón (inexistente en las sillas chilenas) y la pelvis en armonía con la silla. Además, los pies deben mantenerse muy cerca del vientre del caballo para facilitar la transmisión de órdenes con un mínimo de esfuerzo y agresión y máxima rapidez. 
 
Galopando un círculo. Nadie es perfecto: el primer jinete tiene su tronco muy inclinado hacia adelante, tal vez porque sólo se dedica a saltar vallas. La posición del tronco del jinete de atrás es la apropiada para el galope en terreno, pero sus manos están un poco elevadas, tal vez porque primero aprendió a cabalgar en forma intuitiva. Nunca se aprende a cabalgar sin defectos y por eso conviene reentrenarse permanentemente en un centro ecuestre.
 
Posición de los pies en la equitación con sillas planas (inglesas y similares). En un galope suave mi nieto, aunque ya un versátil jinete y fanático por los saltos, montando una silla de salto mantiene una posición corporal claramente desequilibrada. Sus talones apuntan al suelo, como corresponde y las riendas están bien tomadas, pero está ejerciendo una indeseable carga hacia la derecha (nótese que un estribo está más alto que el otro). Nótese cuán separados están sus pies del flanco del caballo. Eso significa que sus pantorrillas no tienen un buen contacto con el animal porque no está actuando bien con las rodillas, las que deben estar simétricamente “pegadas” a los morcillones (elevaciones anteriores de la silla). Eso desestabiliza al caballo y al jinete, por mucho que éste pueda compensarlo con sus ágiles reflejos. Las rodillas nunca relajadas hacen que las pantorrillas (el ”acelerador” principal) tengan el contacto adecuado con el caballo y mantengan a los pies casi en contacto con éste. Por lo mismo su tronco está mal posicionado: inclinado hacia adelante, algo lateralizado y con los hombros desplazados hacia adelante. Todo lo contrario, el otro jinete, aunque montando una silla australiana, no sólo se vé más elegante sino que está más estable y su cuerpo posicionado sobre el centro de gravedad del caballo: nótese la posición de sus pies y la simetría de los estribos. Todo eso depende de una permanente gestión de las rodillas y la rectitud del tronco del jinete. Nada de esto sirve para las monturas chilenas, que no tienen ninguna posibilidad de gestionar con las rodillas.
 
Hay otro estilo de galope en el estilo clásico que se usa para saltar y puede servir cuando el caballo se ha reunido demasiado por su cuenta y uno rebota sobre la silla: el galope “en dos puntos”. El jinete se para un poco sobre los estribos, inclina su tronco un poco hacia adelante, se afirma con las rodillas bien presionadas y separa las nalgas de la silla. 
 
Para enfatizar el concepto de que a un caballo no se le gobierna sólo con las riendas, los taloneos y la penca o fusta, hagamos un ejercicio analítico de algo que a todos nos ha ocurrido. Vamos galopando a poca velocidad por un camino de tierra al final del cual está la querencia o lugar donde habitualmente se le mantiene al caballo. Este ya anticipa el placer de llegar a “su casa”. Pero hay una intersección y Ud. no quiere llegar a la casa aún y quiere  tomar el camino que lleva a la derecha en ángulo recto. Se lo ordena con la gestión de la rienda derecha, pero el caballo es porfiado, sólo gira la cabeza y sigue galopando el línea recta. ¿Porqué? 
 
Pues los caballos no giran con la cabeza, sino con las extremidades. Hay que darle órdenes a éstas si el caballo porfía y buena parte de las órdenes dependen de provocarle una molestia de la que querrá librarse. Si con el talón derecho (interno, del lado del giro) lo presiona por detrás de la cincha, las ancas tenderán a huir de esa molestia desplazándose hacia la izquierda. Eso se llama “ceder las posteriores” y Ud. ya tiene la cabeza dirigida hacia la derecha y las ancas hacia la izquierda: es probable que gire. Pero hay caballos a los que no se les ha enseñado a ceder las posteriores, o son porfiados y se resisten. Pero... hay cuatro patas. Entonces, para intensificar la orden de giro, el talón de la pierna izquierda (externa), lo molesta por adelante de la cincha para que el caballo huya de esa molestia desplazando el tren delantero hacia la derecha. Vamos mejorando: cabeza girada a la derecha, ancas huyendo hacia la izquierda y las anteriores con ganas de desplazarse hacia la derecha. 
 
Pero hay caballos o situaciones que requieren aun más estímulos. Suponemos que no es necesario decir que Ud. también ya ha girado su tronco mirando hacia la derecha, pues eso transmite a la silla un cierto estímulo de torque que el caballo capta. Además, Ud. ya ha inclinado un poco su tronco hacia la derecha, generándole una molestia desestabilizadora que el animal quisiera evitar “poniéndose” bien debajo de Ud., o sea desplazándose hacia la derecha. Todo esto ya es muy bueno: tenemos cierto control de la cabeza, de las posteriores, de las anteriores, un modesto estímulo para que el animal curve su columna y le estamos cargando nuestro peso en la dirección del giro. ¿Qué nos falta?: ¡curvatura armónica de la columna! En las condiciones un tanto difíciles de este ejemplo, el hocido dirigido hacia la derecha de poco sirve si el cuello permanece recto o casi recto, hay que curvárselo hacia la derecha y para eso la mano izquierda empuja a la rienda homónima en dirección a la cadera derecha del jinete, generando otra molestia más de la que querrá librarse desplazando ya no sólo el hocico sino todo el cuello hacia la derecha. Con eso, ya no puede resistirse y girará, enojado, pero girará y Ud. le habrá demostrado quién es el que manda. 
 
En resumen, rienda interna (llamada “directa”) envía una sugerencia que tal vez obedezca. La pierna interna desplaza a las ancas para el giro, la pierna externa desplaza el tren delantero para el giro, la posición del jinete le envía órdenes a su columna, la rienda externa (llamada “indirecta”) le empuja el cuello en la dirección del giro (eso se llama aplicar “rienda indirecta de oposición”): hay control, ojalá no agresivo, de todas las partes que hacen girar a un caballo: cabeza, cuello, columna, extremidades anteriores y posteriores y el deseo de equilibrar un peso lateralizado De todo esto, la menor prioridad la tiene la gestión de la rienda interna. Lo principal, es la gestión de las extremidades posteriores y anteriores. 
 
Demoré 10-15 minutos en describir la maniobra y Ud. puede demorar media hora en entenderlo, pero un jinete bien entrenado lo hace casi sin pensarlo en sólo un segundo. El tema se trata en la sección “riendas” pero quise insertarlo también aquí porque es al galope cuando los principiantes tienen más problemas para controlar al caballo y cuando éste está menos dispuesto a obedecer. De lo escrito, me basta que recuerde que las riendas no son el manubrio de un caballo. En terreno, en menos de un minuto le podemos mostrar cómo se hace todo eso. Lo principal, es que nunca trate de “manejar” a un caballo como si fuera una bicicleta... 
 
Si retrocede al principio de esta página, entre las primeras fotos verá a mi nietecito obligando suave pero enérgicamente a girar a un caballo al galope como se debe hacer. 
 
Carrera o Galope Tendido. No es un mero galope rápido, pues es un aire “con suspensión” pero en cuatro tiempos ya que se pierde la pisada sincrónica de la diagonal y el centro de gravedad del caballo ya no está en las patas sino en las manos, por lo que el jinete debe inclinar su tronco hacia adelante. 
 
Carlos Requena montando al entusiasta Chinchorro a galope tendido (aparejos huasos) durante una peculiar competencia que es parte de una antigua fiesta tradicional de Socoroma, en la sierra.
 
Este tema queda fuera del alcance de estas notas y de mi capacidad para tratarlo. Sólo diré que debe reservarse para situaciones excepcionales para no “matarlo” (hacerlo insoportable). El galope controlado lo acostumbra a obedecer al jinete. Por el contrario, un caballo pacífico que empieza a ser montado por un fanático de la velocidad que sólo lo obliga a un galope desenfrenado, pronto se acostumbra a exitarse en exceso y se transforma en un animal difícil, nervioso, antipático y peligroso y costará mucho reentrenarlo. 
 
Si ha de disfrutar del galope tendido, hágalo progresivamente iniciándolo tras un galope controlado y de cuando en cuando reduzca la velocidad a un galope controlado. O sea, nunca abandone su tarea de controlar al caballo. Una carrera, por ejemplo, debe terminar con un tiempo de serena cabalgata, para tranquilizar al animal antes de desmontarlo. No use a los caballos como autos de carrera, ¡por favor! 
 
Consejos para los Novatos. Hay dos niveles de experiencia a considerar: domina o no domina el equilibrio (mantener el tronco recto y su peso repartido por igual en ambos huesos de las nalgas, con la capacidad de corregir a tiempo la amenaza de perder la sincronía con el eje vertical del caballo). Quien haya montado lo suficiente en forma intuitiva puede haber conseguido un buen nivel de equilibrio, pero tal vez depende mucho de los estribos, da botes sobre la silla al trote o al galope y maneja las riendas de manera inadecuada. Si no se siente equilibrado o tiende a desestabilizarse, no deje de ayudarse afirmándose al pomo de la silla o de la tuza. Si no tiene ninguna experiencia, debe limitarse al paso sobre un caballo bien manso. 
 
El paso no plantea grandes problemas si aprende un manejo elemental del estímulo con las piernas y el uso de las riendas. El trote, en cambio, es el aire más difícil, pues el jinete tiende a inclinarse hacia adelante, da botes sobre la silla y no consigue estabilizarse sobre los estribos. En estas circunstancias no tiene cómo usar las piernas como estímulos ni detener al caballo pues puede resbalar o caer hacia adelante. Tampoco tiene los reflejos para usar los estribos para evitar caer hacia un lado. Cuando galopa, en cambio, se siente más seguro y estable, pero es una situación precaria que puede terminar en un porrazo si el caballo hace cualquier cosa que no sea seguir una línea recta a una velocidad moderada. 
 
Pero no se va a quedar cabalgando al paso toda su vida. Suponiendo que tiene claro cómo manejar las riendas, algunos consejos para empezar a dominar el trote: 
 
1. No deje de afirmarse al pomo de la silla o a la tuza con una mano. No intente afirmarse de las riendas, JAMAS. 
2. Primero consiga una adecuada posición de su cuerpo: siempre recto y algo inclinado hacia atrás (¡preocúpese constantemente de no inclinarse hacia adelante!). Así los botes se suavizarán cuando, al descender, sus nalgas resbalen por el borrén (elevación) posterior de la silla. Inevitablemente esto erosionará la piel de éstas a ambos lados de la parte alta del pliegue interglúteo, por lo que es mejor que se instale allí sendos parches (apósitos adhesivos) de unos 8x6cm. Igual se le “pelará la cola”, pero con menos intensidad (una peladura molesta bastante por varios días y luego produce una costra que demorará unos 10 días en desprenderse). 
3. Luego, concéntrese en su control de los estribos para suavizar los botes. Trate de usarlos como si estuvieran unidos a la silla por un elástico: cuando el rebote lo levante, relaje un poco la presión que ejerce sobre ellos y cuando su pelvis empieze a bajar, trate de estirar el elástico aumentando la presión sobre los estribos a fin de suavizar su “aterrizaje” sobre la silla. Con un poco de práctica conseguirá hacerlo de manera armónica, pero agotará a los músculos de sus muslos, por lo que pida ayuda cuando desmonte pues no es improbable que se le doblen las rodillas y no pueda sostenerse de pie en cuanto pise el suelo. 
4. Lo antes que pueda, cuando se sienta razonablemente equilibrado, trate de familiarizarse con el trote levantado al estilo inglés (”posting”), aunque sea en una silla de huaso. Aunque no lo consiga a la perfección, es el estilo que otorga mayor estabilidad al trote y lo mejor que puede hacer para desarrollar reflejos de equilibrio. Con una montura de huaso sólo se consigue un posting poco eficiente, pero es mejor que rebotar sobre la silla. Para empezar, levante y baje un poquito a la pelvis rítmicamente: arriba, abajo, arriba, abajo. No importa si al principio no coordina con los pasos del caballo, pues no tardará en adquirir los reflejos adecuados casi sin darse cuenta. Créame: el esfuerzo vale la pena, absolutamente y puede ahorrarle un hueso roto cuando quiere galopar y el caballo sólo acelera el trote o cuando, ya galopando, éste se desacelera y empieza a trotar por su cuenta. 
5. Si quiere progresar más allá, tome clases en un centro ecuestre. 
 
Para galopar: ¡Cuidado! puede sentirse más cómodo que al trote, pero es una situación precaria y además cuesta más controlar al caballo. La parte más difícil es iniciar el galope. Ud. taconea al caballo, lo golpea con la fusta, le grita, pero éste no hace más que acelerar el trote si no se le aplican los estímulos “a la mano” como ya se describió. Por eso debe sentirse seguro trotando primero. No es infrecuente que se descarte el control del trote para pasar al más cómodo y estable galope, lo que es un error. Creo que es más probable que se caiga al iniciar o al terminar el galope que durante éste. 
 
Uno de los errores más peligrosos del galope es no controlar la velocidad del animal. Si no hace un simple esfuerzo, el caballo galopará a la velocidad que quiere, lo que no es conveniente y sí es imprudente. Es fundamental controlar la velocidad para evitar malos ratos. Cuando mi nieto tenía 9 años y estaba aprendiendo lo básico, tendía a permitir que su caballo sobrepasara al mío. Para eseñarle a evitarlo, le ordenaba que se mantuviera detrás del mío. Cuando ya galopaba con eficiencia, me confesó que lo que más le costaba era controlar la velocidad. ¡Importante descubrimiento que podría evitarle malos ratos! Nunca olvide que es Ud. quien debe controlar con gran celo el rumbo y la velocidad del caballo. Si no lo hace, éste puede elegir un trayecto diferente del que Ud. esperaba (posible porrazo si el cambio de rumbo es brusco) y/o desbocarse. ¿Cómo conseguirlo?: simplemente utilizando las riendas en forma racional y obedeciendo al líder. Si no puede hacerlo, no está listo para el galope, punto. 
 
Pues si cree que ya está listo para galopar, considere algunos consejos: 
 
1. Asegúrese que ninguno de sus pies quedará atrapado en el estribo si se cae, porque será arrastrado con funestas consecuencias. Las zapatillas y los estribos de huaso o poco anchos no son compatibles. El pie de ninguna manera debe quedar apretado por el estribo. Use calzado angosto y/o estribos convencionales (militares, de salto, etc.). Lo ideal sería estribos de seguridad, que se abren si se cae, pero cuesta encontrarlos. 
2. Nunca abandone la posición de su tronco: recto y algo inclinado hacia atrás, jamás hacia adelante como los jinetes de hipódromos pues es la más eficiente manera de perder el equilibrio y caerse. Haga de esto una preocupación permanente. 
3. Seguramente el caballo trotará un buen tramo antes de decidirse a galopar: minimícelo inclinándose hacia atrás, relajando las riendas sin perder la posibilidad de acortarlas e impulsando al caballo con los tacones y toquecitos con la fusta y/o un estímulo verbal. Lo importante es que se decida pronto a galopar y que de inmediato Ud. pueda controlar la velocidad con las riendas. Galope a la menor velocidad posible, aunque se quede atrás. Lo más probable es que el caballo quiera galopar a mayor velocidad de la que a Ud. le conviene: impídaselo. 
4. Si cabalga por un sendero, el animal lo seguirá. A campo travieso es más peligroso galopar porque el caballo puede cambiar el trayecto y desestabilizarlo. Recuerde que no tiene aun la capacidad para dirigir al caballo en la dirección precisa. Además, en los espacios abiertos los caballos tienden a desbocarse con mayor facilidad. 
5. No intente mantener el galope en una curva: reduzca el aire a un trote. Galopar una curva requiere un equilibrio más eficiente y nadie sabe si al otro lado de ésta hay un trapo al viento, un vehículo, aves o una mancha en el suelo que puede asustar al caballo. 
6. Recuerde los “elásticos” de los estribos. Mantenga siempre sus pies apoyados sólo sobre el tercio anterior (no deje que entren al estribo hasta el taco) y con una presión suficiente para no perderlos y estire o relaje al “elástico” para minimizar sus botes sobre la silla. 
7. Para detener el galope, siéntese sobre la silla y deje de acompañarla con su pelvis,  apriete las piernas (muslos en una montura huasa), estire sus pantorrillas hacia adelante presionando fuerte sobre los estribos y dé repetidos y moderados tirones a las riendas (no un fuerte y único tirón). 
8. Si el caballo quiere volver a galopar por su cuenta, impídaselo con repetidos tironcitos de las riendas. Si insiste o está muy exitado, hágalo marchar en un círculo o, si cree que quiere reunirse con el resto de la tropa, acérquese a ella con la mayor prudencia que pueda. 
9. Si no puede detener el galope, hágalo transitar en un círculo cada vez más estrecho. Para eso puede no bastar con tirar de la rienda interior pues el animal puede seguir galopando con la cabeza girada hacia un lado. Para que entre al círculo, aplique intermitentemente la tensión de la rienda interior y taconeos de la misma pierna por detrás de la cincha. 
10. Ojalá le hubieran enseñado el freno de emergencia que se describe más abajo... 
 
Sin duda estos consejos no se aplican a un jinete entrenado en la equitación clásica. Pero ésta, la más eficiente manera de cabalgar,  no se aprende en un día y entonces traté de proponerle estímulos menos elaborados, pero no abusivos. Probablemente montará a un caballo adiestrado a un trato diferente al clásico y la receta en ese caso es usar los estímulos ya señalados (piernas y/o talones, besos, fusta) y frenos (riendas) en la forma más respetuosa posible. Tal vez Ud. ha tenido buenas experiencias con la monta intuitiva y obtenido respuestas que Ud. cree adecuadas, pero es posible que no haya percibido que el animal termina andando a su propio gusto, se adelanta o se queda atrás, Ud. resbala sobre la silla como si la cubierta fuera jabonosa, sus pies se mueven para cualquier lado por su cuenta y si Ud. es muy brusco genera una reacción de alerta, como levantar la cabeza bien por encima de la cruz con el hocico dirigido hacia adelante. 
 
Algunos caballos son flojos y tenderán a hacer el menor esfuerzo posible; otros son briosos y tratarán de trotar o galopar por su cuenta. Pero quien manda es Ud. y debe hacérselo saber: mantenga una buena posición y un prudente “contacto” con las riendas. Ud. manda y debe hacerlo permanentemente, pero por las buenas. La equitación es un deporte que requiere esfuerzo, no una sesión de sauna... 
 
En definitiva, ¿para qué sirve la complejidad del estilo clásico, inglés o “pituco”? En esencia, pretende que el jinete esté montado en la posición óptima para sacar el máximo de provecho de las posibilidades del caballo y de su propio cuerpo y que no utilice estímulos que hagan perder la confianza que el caballo ha aprendido a concededer al jinete. Si el caballo está bien entrenado, si la postura de Ud. es la adecuada (balanceada: hombros, cadera y talones ajustados a la vertical), si su cuerpo no está ni atrás ni adelante de donde se centra la interacción de éste con el caballo y los estímulos son los adecuados, el animal responderá con prontitud y serenidad. 
 
En contraste, las monturas campesinas chilenas, al adelantar la posición de los estribos, desplazan el cuerpo hacia atrás del centro de acción, lo que puede tener ventajas para las faenas campestres, pero perdiendo versatilidad en cuanto al control del caballo. Trataré de explicarle las ventajas de la equitación clásica con el siguiente ejemplo: 
 
Lenguaje corporal durante un giro a la derecha. La versatilidad de las sillas clásicas (”forward”) permite múltiples estímulos complementarios: el jinete mira, inclina su tronco, rota sus hombros y pisa con más fuerza el estribo interior, en la dirección del giro; la rienda derecha se tracciona y se separa un poco del cuello, a la vez que la izquierda se relaja pero se empuja contra éste; la pantorrilla y el talón derecho presionan “¡no taconean!) a la altura de la cincha para que la columna del animal se arquee en la dirección del giro y, si se quiere acelerar al animal, se presiona repetidamente atrás de la cincha con la pantorrilla y tal vez el talón izquierdo, para acelerar la pata izquierda (exterior) pues ésta es la que impulsa al caballo en esta maniobra.
 
 Nótese de la foto anterior que hay control de lo de adelante con las riendas, lo del centro con el cuerpo y la pantorrilla y el talón interior, y de lo que queda atrás (patas) si la pantorrilla y el talón interior se desplazan hacia las ancas y presionan intermitentemente, a la vez que se puede moderar o estimular el avance de una u otra pata posterior. Si se pretende un giro sin arquear la columna del animal, por ejemplo, la pantorrilla y el talón derecho (interior) presionan repetidamente detrás de la cincha para que el caballo mueva sus ancas hacia el exterior. Algún día tendré tiempo para demostrar que las riendas son sólo un elemento más en cuanto al control integral del caballo. Hay otros tres menos espectaculares pero indispensables para una buena monta: lo que Ud. ordena a través de la silla con la posicion de su cuerpo, la gestión de las piernas y su propia voz. 
 
En general, la punta de los pies deben estar dirigidas hacia adelante, pues lo que interesa como estímulo es la presión de la pantorrilla, pero en esta foto y para intensificar el estímulo con el espuelín, el pie interior está momentáneamente apuntando hacia la dirección del giro. 
 
¡Uff, qué compleja interacción de estímulos! (y pueden ser aun más complejos). Mi maniobra no es perfecta ni tampoco pretendo sugerirle que la intente: sólo traté de demostrarle cuán versátil puede ser el estilo clásico y porqué perdura pese a la eficiencia de la monta campesina. La monta clásica no pretende sólo avanzar, girar, galopar o detenerse, sino que sacar el máximo provecho de las posibilidades de reacción del caballo, lo que no es necesariamente útil para el campesino. Ninguno de esos estímulos aislados es suficiente para conseguir un resultado armónico, elegante y eficiente: deben combinarse en el momento y en la secuencia precisa y eso es una tarea que nunca se consigue dominar a la perfección. 
 
 
Cómo hacer girar a un caballo 
 
Para los no iniciados, esta maniobra parece ser sólo una gestión de riendas, pero es muchísimo más complejo. Para un giro a la derecha menos preciso pero eficiente para las condiciones habituales de una cabalgata, podría bastar con tomar ambas riendas con una mano y desplazarlas a la derecha a la vez que se estimula con las piernas al animal para que no reduzca su velocidad, pero así no se conseguirá que el caballo siga con exactitud el trayecto que pretende el jinete
 
El campesino que habitualmente lleva a ambas riendas con una mano muy cerca de su abdomen y bien por encima de su cintura y con la otra sujeta la penca (diseñada para agredir al caballo), tiene poco espacio para acortarlas, levanta el hocico del caballo cada vez que lo frena, le es imposible bajarle la cabeza y para girar no le queda más que empujar el cuello desplazando ambas riendas hacia el lado que desea girar. Esta maniobra (“neck reining”), si no se le sabe aplicar eficientemente, genera estímulos inadecuados para un caballo entrenado en un estilo convencional pues relaja la tensión de la rienda interior (la que está en la dirección del giro) y tensa la exterior, precisamente lo contrario a lo que le hemos enseñado a nuestros animales. Que funciona, es cierto pues el caballo gira para evitar la presión de la rienda exterior sobre el cuello, pero no es lo que esperaba y empieza a desorientarse. 
 
Una jinete entrenada en equitación clásica y una  yegua acostumbrada al manejo de las riendas en forma independiente (una en cada mano). Cuando, montada en silla de huaso cuyos trucos no conoce, la trata de hacer girar con ambas riendas en una mano (”neck reining”) sin un entrenamiento previo de ambos, la yegua expresa su incomodidad y desorientación. Manejar ambas riendas con una mano no es un error, pero debe aprenderse a hacerlo bien. En definitiva, cada estilo requiere adiestramiento del jinete y del caballo.
 
Además, los huasos suelen llevar las piernas casi en línea recta vertical desde la rodilla a los pies, quedando éstos muy adelante y necesitando de las largas espuelas para afinar las señales para el movimiento de la grupa. Por eso prefiero montar al estilo inglés (convencional) pues me permite, a partir de mis rodillas eficientemente contactadas con la silla, controlar con más eficiencia y suavidad lo de adelante con las manos, la grupa con las pantorrillas y tal vez cortos espuelines y la parte del medio con mis piernas y cuerpo. Eso es equitación clásica, de paseo elegante, eficiente y versátil. Una de las grandes críticas que tengo que hacerle a la montura chilena es que no hay dónde apoyar a la rodillas y para mí desde éstas se origina la correcta posición del jinete. 
 
Una anécdota: mi hija mayor Paula, tras unas 100 horas de entrenamiento en sillas planas (toperas, de salto, de instrucción, etc) sin estribos en un centro ecuestre y otras 30 conmigo y con estribos, se sentía muy cómoda y estable y hasta saltaba vallas sin estribos. Antes de una larga cabalgata, la hicimos probar una silla chilena, por lo blanda que es: fue una mala experiencia para ella pues todos sus reflejos dependían de las rodillas firmemente adosadas a la silla y prefirió hacer el viaje con una montura más dura pero más racional. Con las rodillas inutilizadas por la conformación de la silla chilena, se sentía muy inestable. A la inversa, un campesino que no sabe qué hacen sus rodillas, aprende a montar bien en una silla chilena y se siente inestable en una silla plana. Hay muchas maneras de cabalgar sobre una montura. Cuando yo poco o nada sabía, cualquier montura era mejor que montar en pelo y la montura chilena era una delicia. Cuando empecé a montar caballos militares y/o de carrera, de inmediato comprendí la mayor versatilidad y seguridad de las sillas planas (”inglesas”). Habiendo vivido ya tanto, me subo a la montura que sea, pero nunca disfruto tanto de mi pobre capacidad que cuando la silla me permite usar a mis rodillas y la montura chilena simplemente no me lo permite. Sin saber nada, éstas me parecían seguras; habiendo aprendido un poco, me cargan... 
 
El mismo día, la misma jinete, la misma silla y la misma yegua de la foto anterior, pero interactuando con la técnica para la cual han sido entrenadas. El resultado es muy distinto: la yegua sabe bien lo que se espera de ella. Nótese que aun cuando usa una silla chilena, mi hija usa riendas clásicas y las maneja en forma independiente y estriba corto (sus rodillas están bien flectadas) para que sus talones caigan atrás de la cincha. Así es como ella sabe montar con eficiencia y como la yegua ha sido entrenada (estilo convencional) y le resulta aun cuando la silla requeriría una postura diferente. En definitiva, quien monta bien se adapta a los aparejos y al adiestramiento del caballo. Mezcolanza de aparejos y estilos que demuestra que, en cuanto a equitación, nada es absoluto...
 
Para los principiantes. Bien claro: use riendas delgadas y tome a ambas con una mano cuando no está cabalgando pacíficamente o el animal se porta mal. No siga leyendo sin antes entender cabalmente cómo tomar las riendas. Lea esa sección y luego continúe con lo que ahora explico. 
 
Para giros suaves, como simplemente cambiar de rumbo, simplemente desplace su mano en la dirección deseada  (”neck reining”):  suele resultar en animales mansos o acostumbrados a la monta campesina y que van acompañados por otros animales. PERO, las riendas deben tener la misma longitud, no deben tensarse ni mucho ni poco y la mano debe mantenerse inmediatamente por delante de la montura y bien baja, tocando la tuza y hay que estimular un poco al animal para que no se detenga. Si no entiende ésto, vuelva a leer y estudie bien la sección Riendas
 
Pero hay veces que el caballo simplemente desobedece porque quiere seguir otro camino o acercarse a un pasto que lo tienta, o bien Ud. quiere un giro más estrecho, como girar en 180º en un sendero estrecho. Pues eso se consigue con asombrosa facilidad así, con cualquier caballo: 
 
Mantenga la mano que toma las riendas en la posición que tenía (si era la adecuada). Luego, deje que la mano posterior abandone la toma del excedente de las riendas y tome a la rienda “directa o interna” (aquella en el lado hacia donde desea girar) a media distancia entre la mano que lleva las riendas y la embocadura del caballo (segunda foto). Ahora simplemente desplácela con suavidad alejándola del cuello, SIN TRACCIONARLA (tercera foto). Basta esto, que hasta se podría hacer con una pluma, para que el animal gire la cabeza hacia ese lado y si lo mantiene caminando con los estímulos de las piernas, girará sobre sus manos. Es extremadamente fácil y eficiente. Si el animal se resiste (poco probable), haga un ligero mayor esfuerzo por mantener esa rienda alejada del cuello y si necesita más estímulos, desplace hacia atrás a su talón del mismo lado y presiónelo detrás de la cincha para que las ancas se desplacen hacia el exterior. Completado el giro, suelte la mano que se adelantó y vuelva a utilizarla para sujetar el excedente de las riendas sin tensionarlo. Casi nunca falla: es más fácil hacerlo que explicarlo. 
 
Postura básica para principiantes. La mano que sujeta las riendas está en contacto con la tuza y la de atrás sujeta al excedente de éstas.
Para iniciar un giro categórico, la mano de atrás abandona el excedente y toma la rienda que corresponde bien adelante, pero el tronco del jinete se mantiene en la vertical.
                  
                     
Nótese que la rienda interna (la de la dirección del giro) está separada del cuello y bien suelta.
No hay para qué tirar de esa rienda.  Basta un dedo (o una pluma) para separarla del cuello y el animal obedece casi siempre.
 
Para los más avanzados. Una alternativa más eficiente es tomar las riendas cada una en una mano, traccionar algo aquella que está en la dirección del giro (rienda interna) y separarla un poco del cuello a la vez que se relaja un poco la rienda exterior y ojalá la empuje contra el cuello. Ya vamos progresando. Agregue a ello un mensaje corporal: mire y gire su tronco en la dirección deseada. Hasta ahora, ha conseguido que todo el cuello del caballo gire hacia el lado que desea y alguna señal adicional con su tronco y la presión que éste ejerce sobre la silla. Si bien resulta, no es aun lo óptimo. Para mejorar el resultado tenemos dos alternativas que se eligen de acuerdo a las circunstancias y que describo para los jinetes más avanzados: 
 
1. Lo más natural es conseguir que el caballo arquee su espina dorsal para que no sólo el cuello sino todo su eje longitudinal armonice con el giro. Esto se consigue presionando con la pantorrilla interna y tal vez un poco con el tacón, a la altura de la cincha. 
2. Si el giro ha de ser más enfático, hay que hacer que el caballo desplace la grupa hacia el exterior, lo que se consigue presionando bien por detrás de la cincha con el talón interno 
3. Y no olvide considerar al caballo como a una manguera flexible a lo largo de todo su cuerpo: lo de adelante, lo del medio y lo de atrás. Eso significa que cuando se resiste a girar hay que hacer que lo de adelante, “los hombros”, giren también. Eso se consigue con golpecitos de talones y/o presiones del espuelín sobre el “hombro” opuesto al giro, más adelante de la cincha y el caballo tratará de que cesen y así Ud. obtiene que su “tren delantero” prefiera alejarse. Es que la gestión de los pies sobre “los hombros” le aporta al jinete lo que en un automóvil es el beneficio de la dirección hidrarúlica. Benigna “agresión” a “los hombros” del lado opuesto al giro más la de la grupa del lado del giro, las presiones generadas por el cuerpo del jinete mirando hacia donde quiere girar y la gestión de las riendas, son simplemente un todo armónico que al caballo le resulta difícil resistir. Cuesta “pensarlo”, pero cuando eso se hace instintivo es muuuuy eficiente.... 
 
Ya hemos progresado mucho y estamos al nivel de una de las fotos precedentes (”lenguaje corporal”), pero advertí que la maniobra no era óptima, si bien satisfactoria para esa yegua que tiene mucha experiencia y está bien entrenada. Pero el resultado que se consigue suele no satisfacerme con otros caballos, por el siguiente detalle: al separar la rienda interior del cuello, éste suele doblarse mucho más que la espina dorsal, lo que no es bueno para la estabilidad del caballo, particularmente al galope. Por consiguiente, me interesa que el cuello armonice con la curvatura de la columna y que no sólo la cabeza intensifique la curva. Pues no es difícil conseguirlo y la mayor parte de los animales que he montado responden adecuadamente. El truco está en hacer todo lo descrito en cuanto a la posición del jinete, la acción de las piernas y de la rienda exterior, PERO, la interior no se separa del cuello. Se le tracciona, sí, pero con la mano en dirección a la cadera exterior del jinete. Así, ésta hace girar la cabeza pero presiona el lado interior del cuello para impedirle que se arquee en exceso, a la vez que la rienda exterior empuja el cuello y todo el tren delantero en la dirección del giro. Así, las manos se juntan más y hasta quedan casi en la misma línea, pero un poco más arriba la mano exterior. 
 
Ya advertí que toda la gestión ecuestre puede tener profundos bemoles de complejidad. Para el novato, mi consejo categórico es que parta de lo más simple, “neck reining”. A medida que adquiera experiencia y perciba la necesidad de un giro más eficiente, podrá incorporar gradualmente lo ya descrito. Los más expertos pueden preferir una técnica diferente, pero la descrita es la que mejor me resulta. En buena parte, la técnica a utilizar depende del adiestramiento (o falta de) de cada caballo y trato de demostralo con la foto que sigue. 
 
Versatilidad de la dupla jinete/caballo. Mi nieto, tras 8 meses aprendiendo a montar según mis enseñanzas, se maneja más o menos bien con una rienda en cada mano y se siente incómodo de la otra manera. El 25 de diciembre del 2005 recibó de sorpresa un caballito que sólo había sido montado por seis semanas. Lo domó un arriero en la cordillera, por lo que sólo conocía las órdenes del estilo campesino y en consecuencia tuvimos que adiestrar al jinete para ser eficiente con el “neck reining” para no confundir al caballo, aun cuando los aparejos eran del estilo clásico.
 
La doma no se completa sino tras dos o más años pero no tardamos ni no nos costó mucho enseñarle al Jisk’a a ser obediende a AMBOS estilos. Cada caballo debe ser montado como se le ha enseñado, pero pueden aprender de Ud. a ser más versátiles. Con este video pretendo demostrárselo y a la vez mostrarle cuán obedientes pueden llegar a ser si se les entrena adecuadamente y los monta un jinete que sabe bien cómo darle órdenes y abortarle sus reclamos (necesita conección a Internet). Eso (las órdenes) define la diferencia entre “andar a caballo” y “montar” como es debido. Y no más “neck reining” para ese caballito, a menos que lo monte un campesino y a él también le obedecerá. Nótese el “trote levantado” o “posting”. 
 
Monturas 
 
El tema puede ser interminable y he tenido la fortuna de probar con mis propias asentaderas las ventajas e inconvenientes de varios modelos, cada uno de ellos diseñado para una función específica. No existe una silla de montar universal, pero un buen jinete sí puede adaptarse con cierta eficiencia a la más apropiada para las circunstancias. Para el terreno no montañoso y una cabalgata de placer prefiero las sillas “forward” (”inglesas” o planas), pero nunca he laceado a una vaca al galope... 
 
Limitémonos a las dos principales opciones en Chile: montura de huaso o silla forward plana (”clásica” o “inglesa” de salto, adiestramiento y otras variedades y silla tropera militar). 
 
La montura de huaso tiene borrenes (elevaciones por delante y detrás del asiento) bien pronunciados para evitar que el jinete resbale para adelante o atrás en las frenadas o aceleraciones bruscas. Aparte del equilibrio del cuerpo, la estabilidad la consigue con los alerones o barreras que sobresalen hacia cada lado a la altura de los muslos, las rodillas quedan lamentablemente libres y los pies van directamente abajo o por delante de la rodilla. Además, la montura tiene varias capas de cubiertas que hacen que el asiento sea más blando, pero a la vez elevan el centro de gravedad del jinete alejándolo del cuerpo del caballo, lo que genera cierta inestabilidad lateral. Si la montura no calza bien al caballo, tiende a lesionar la piel del lomo. 
 
En cambio, la montura “forward” tiene eficientes “cojines” (bastos) para proteger el lomo del animal, es más plana y acerca el centro de gravedad al dorso del caballo (por lo que es más dura) y obliga a una posición que idealmente pretende alinear verticalmente los hombros del jinete con sus caderas y tacos, con sólo las rodillas sobresaliendo hacia adelante. Consecuentemente, la rodilla va bien doblada para colocar a los pies en una posición más posterior y son el principal punto de contacto del cuerpo del jinete con el caballo. En vez de los alerones para los muslos, el faldón de la montura se prolonga hacia adelante del borrén anterior y termina en unos acolchados laterales denominados morcillones, que impiden que las rodillas resbalen hacia adelante y así éstas son la clave para afirmarse cuando el caballo disminuye la velocidad de la marcha o corcovea, por ejemplo. Por eso estas sillas se clasifican como “forward” (”adelantadas”, las rodillas). 
 
Posición en la silla, estilo clásico (militar) y huaso.
 
Aunque las diferencias descritas pueden parecer sutiles, determinan una técnica diferente de monta. Dejando a un lado a los estribos por ahora, los huasos se equilibran en la silla con sus asentaderas y muslos, mientras que en la equitación clásica son las rodillas el apoyo esencial. El huaso “aguanta el trote” posándose sobre la montura, mientras que en la equitación clásica el jinete se levanta sobre ésta cada vez que la mano que corresponde pisa el suelo y luego se sienta cuando lo hace la otra (”posting”) permitiendo, si se han desarrollado los músculos apropiados, un trote que no zarandea a todo el cuerpo y que se puede soportar por largo tiempo y que también es más cómodo para el caballo. Las sillas “forward” permiten además cabalgar “sobre dos puntos” (estribos y rodillas) para ciertas maniobras, casi sin sentarse. Porque eso requiere adelantar a las caderas, el borrén anterior es poco pronunciado, pero es indispensable mantener siempre a las rodillas listas para “apernarse” a la silla y eso requiere entrenamiento. A la silla, insisto, hay que agregarle las diferencias en el manejo de las riendas y las más sutiles señales con las pantorrillas y los talones si se requiere un estímulo más poderoso. Una buena performance de equitación clásica hace que el caballo cambie de aire y dirección casi sin que el espectador perciba la gestión del jinete, mientras que buena parte de las órdenes de los huasos son claramente visibles. 
 
Tras años de montar en forma intuitiva, hoy prefiero la monta clásica pero, comprendiendo la mecánica de cada estilo, no me incomodan mucho las sillas de huaso, mejicanas, arrieras o los recados argentinos. Para los principiantes, la montura huasa me parece más segura, pero sin esas riendas gruesas y rígidas y definitivamente sin la penca. Enfáticamente priorizo las riendas clásicas pues son más cómodas, versátiles y me permiten llevarlas cada una en la mano correspondiente y así generar señales más claras y constantes. O sea, use una montura de huaso si no tiene experiencia, pero con riendas clásicas. Por algo las usan los combatientes y los jinetes de carrera... 
 
Riendas de huaso con penca y montura de huaso. Esas riendas no me gustan por las razones expuestas y además incitan al novato a tomarlas con una mano y adoptar una postura inconveniente. Nótese que la montura de huaso tiene alerones a la altura de los muslos para ayudar al jinete a no resbalar hacia adelante y carece de faldón. Esto deja a las rodillas libres, lo que coarta el movimiento de las pantorrillas y pies. Tras algunos meses de experiencia y algunos consejos, Egon cabalga ya como un centauro, con riendas convencionales y abandonó la tendencia a castigar físicamente a su caballo, lo que antes le parecía apropiado por nuestra natural tendencia a humanizar al caballo y porque había visto que otros jinetes lo hacían.
 
Riendas clásicas, montura “forward” (de salto en este caso) y estilo inglés. La protección de los muslos se traslada a las rodillas, las que son el único punto siempre fijo a la montura, dejando libre al tronco, pantorrillas y pies para moverse con libertad, incrementando la variedad de estímulos que permite el lenguaje corporal. Nótese la postura entusiasta del caballo, la posición más natural y relajada de la jinete y los brazos en buena posición para controlar las riendas con versatilidad.
 
Ahora bien, el huaso de verdad es un estupendo jinete y si monta con un estilo y aparejos diferentes es porque éstos son más estables para gestiones bruscas o agresivas como las necesarias para arriar o lacear vacas. Su estilo y montura derivan de antiguas técnicas de caballería de combate, pero ésta ha evolucionado y desde hace mucho los jinetes militares montan al estilo convencional. Pero Ud. quiere pasear; entonces aprenda por lo menos el manejo de riendas del estilo apropiado, llámese convencional, inglés o militar. 
 
Quiero llegar a la siguiente conclusión: los estilos y los aparejos dependen de lo que se pretende hacer con el caballo. Por cierto no sería capaz de correr un rodeo, pero si tuviera que hacerlo con un caballo corralero usaría el equipo diseñado para tal efecto. Para “hacer gimnasia” con el caballo en el centro ecuestre, la montura de salto o de adiestramiento es lo que más me acomoda. Pero ni lo uno ni lo otro me sirve para atravesar nuestra agreste sierra y, tras mucho probar, he adoptado los aparejos que se muestran: 
 
Aparejos básicos para nuestra sierra. Montura militar Armeesattel 25 acolchonada con una frazada impermeable para que la montura no sea tan dura y para usarla bajo el saco de dormir si el suelo es húmedo. Esta montura permite portar múltiples contenedores útiles, aquí apenas presentes en forma de una bolsa de género para el agua o lo que sea conveniente y un estuche para los anteojos para el sol (indispensables). Entre el mandil y la montura hay una frazada de una plaza que protege el lomo del animal y aporta abrigo personal durante las gélidas noches cordilleranas. Botas troperas militares que protegen las pantorrillas del roce de la correa de los estribos (el que puede llegar a ser insoportable) y que son un magnífico y resistente calzado para caminar largos trechos si el animal se lesiona. Un cinturón (o a veces un arnés militar más complejo) para tener a la mano el GPS, celular, cámara fotográfica, filtro solar, etc. Jáquima-rienda y “mecate“ (la cuerda café que cuelga bajo el cuello del caballo). Estribos convencionales (sin capacho).
 
Si el viaje implica días sin abastecimiento, agregamos vizcacheras a la versátil silla Armeesattel (bolsas de cuero rígido para contener ropa, botellas de agua o lo que sea) y alforjas para avena o pellets para alimentar al caballo. Pero, además de ser duras y pesadas, estas sillas tienden a deslizarse hacia atrás o hacia adelante en las abrubtas rutas cordilleranas, por lo que hay que agregar un petral (¿pretal?) para lo primero y una baticola para lo segundo. 
 
Capacidad de carga de la silla Armeesattel 25. La vizcachera es el estuche de cuero que está adelante de la rodilla de la jinete. Se pueden instalar hasta cuatro de ellas. Además, el caballo porta dos alforjas y todo lo que se necesita para sobrevivir 24 o más horas en la sierra desértica.
 
Petral. Correa en forma de Y que se afirma a la cincha y luego se bifurca para que ambas correas se hagan firmes a la silla. así se consigue que ésta no resbale hacia atrás durante los ascensos pronunciados.
 
La baticola es como una argolla de cuero que abraza al origen de la cola (maslo, apéndice vertebrado del cual nacen los pelos) con una correa que la une a la parte posterior de la silla. Puede ser eficiente para evitar que la silla resbale hacia el cuello durante los descensos irregulares y con fuerte pendiente, pero tiene el problema de que si el caballo no está entrenado para usarla puede tener conductas muy inapropiadas en el peor momento, cuando el descenso activa la tensión sobre el maslo. Hay otra alternativa con un aparejo de correas más complejo, pero pienso que lo mejor es encontrar una silla con menos tendencia a deslizarse. 
 
La montura chilena raramente se desplaza si las cinchas están bien ajustadas. Pero hay una mejor alternativa, una montura diseñada para el trabajo con ganado que es muy interesante: la silla australiana. La versión sin el pomo anterior, el que sólo sirve a quienes lacean vacas, me parece la mejor alternativa como silla básica para cabalgatas simples o complejas en terreno. Obviamente, una montura de salto es mejor para saltar, el “recado” gaucho es  más cómodo para atravesar extensas pampas y hay muchos otros modelos de sillas diseñados para usos específicos, pero, por ser especializadas son poco versátiles. Pero con la silla australiana puedo montar al estilo convencional o estribando largo como los campesinos, saltar cómodamente hasta mi no-sofisticado límite, cruzar la cordillera cargando toda la parafernalia necesaria y es también ideal para entrenar a principiantes. 
 
Silla australiana sin pomo. Los elegantes estribos forrados en cuero son demasiado estrechos para mis botas troperas, por lo que los cambié por otros más amplios y seguros (estribos de seguridad kwick-out). Resultado: el mejor aparejo que puedo recomendar para la cordillera...
Huasos y “cowboys” usan un calzado angosto para no quedar atrapados por el estribo si se caen, pero que es dolorosamente inadecuado para caminar. Porque en la sierra nunca se sabe si se puede llegar montado, prefiero las botas militares, excelentes para montar y también para caminar, pero su suela es muy ancha..
 
Esta tiene un borrén posterior elevado y uno anterior muy discreto, el que no molesta cuando hay que hacer ascensos muy pronunciados al galope o saltar una zanja; los estribos cuelgan siguiendo el eje hombro-cadera-talones de la equitación inglesa pero pueden usarse más largos (con las piernas más estiradas) gracias a dos fuertes alerones que sirven de barrera para que los muslos no resbalen hacia adelante, de manera que no necesita morcillones para las rodillas, pero a la vez tiene un faldón no las deja sin contacto con el animal como lo hace la montura chilena, por lo que quienes están acostumbrados a hacerlo pueden utilizar sus rodillas con una eficiencia razonable si acorta la correa de los estribos (ación). Estribar largo es deseable en las cabalgatas de más de 4 horas para no sufrir dolores en las rodillas, pero ésto, con la silla tropera, deteriora el fundamental contacto de las rodillas con el morcillón, mientras la silla australiana ofrece una barrera a los muslos aun mejor que la de la montura chilena. 
 
El trote levantado (”posting”), prácticamente desconocido para huasos y gauchos pese a su utilidad para cabalgar con rapidez largos tramos sin cansar al jinete ni al caballo, resulta tan natural como con las sillas inglesas. Al galope tendido, con el tronco inclinado hacia adelante gracias a un borrén anterior discreto, los alerones aportan gran estabilidad y los pies se desplazan en forma natural un poco hacia atrás, en un incipiente remedo de la postura de los jintes de hipódromo. 
 
La usé por primera vez, sin baticola, en una cabalgata de 12 horas por la abrupta sierra vecina a Codpa y quedé encantado. Tiene múltiples argollas para estibar la carga y puede portar hasta 2 vizcacheras anteriores. Por ahora, tras cientos de horas de cabalgatas en terreno, me parece ideal para la sierra. Además me parece la silla más estable para niños y principiantes y con entusiasmo la compré para una de mis hijas cuando empezaba a aprender a cabalgar en terreno. Pero pronto, gracias a un año de entrenamiento en el centro ecuestre, ella se acostumbró tanto a las sillas planas (”inglesas”), que varias veces cabalgó cómoda y eficientemente a lo largo de unas 20 horas atravesando una sierra abrubta sobre una silla de salto. 
 
En cuanto a su utilidad como montura básica para paseos livianos, la silla australiana tiene muchas ventajas. Un jinete campesino sólo extrañará la posición más posterior de los pies y un jinete convencional no tendrá ningún problema en acomodarse. Si el caballo se para de manos o corcovea, el ligeramente incómodo borrén posterior y los geniales alerones anteriores, ayudarán mucho a que el jinete se mantenga a bordo. 
 
Tres inconvenientes menores: pesa mucho más que una silla chilena o una inglesa (un poco menos que la tropera Armeesattel 25) y al medio galope o galope controlado, cuando uno debe inclinar el dorso hacia atrás para acelerar al caballo cuando usa una silla “inglesa”, el borrén posterior amenazaba con erosionar mis nalgas. Eso no importa tanto, porque al galope la silla facilita con comodidad una posición corporal en dos puntos, a medias erguido desde los estribos. El tercer inconveniente, el cual tal vez depende más del cuerpo de mi yegua (lomo muy plano y cruz muy poco prominente) que de la silla en sí, es que también ha resbalado hacia adelante en un laaaargo y pronunciado descenso sin baticola (pese a su estupenda cincha-sobrecincha, pero en menor grado que con la silla tropera), obligándome a desmontar para reajustarla. Es que aun no me atrevo a usar la baticola con mi yegua porque es muy sensible a los estímulos inusitados y temo que, cuando la baticola entre en acción, me corcovee o se aterre justo en el peor momento. Necesito tiempo que no tengo para entrenarla a que la acepte, porque es muy sensible a lo que siente en su tercio posterior.  Tal vez la silla chilena, que no me gusta por lo ya expuesto, no tenga ese problema, pero no pienso probarlo porque para mí, las rodillas en contacto con el caballo son mi principal fuente de equilibrio y estabilidad y la montura chilena las hace absolutamente ineficientes. En definitiva, no hay caballo, jinete ni montura perfecta para nuestros requerimientos cuando cabalgamos por nuestra sierra. Sería lato describir las ventajas e inconvenientes de cada montura, pero reacomodar la silla australiana muy de vez en cuando y en circunstancias extremas, no me molesta ni disminuye mi entusiasmo por ella. Ya encontraré una solución. La silla arriera, que no he probado en situaciones extremas, podría (y debería ser) la solución para cabalgar por la sierra, pero no es la mejor para todas las instancias. Lo que quiero decir es que, en una suma algebraica de sus ventajas e inconvenientes, la silla australiana es lo mejor que conozco para jinetes no avezados que cabalgan distintos escenarios. Ningún caballo ni ninguna silla es perfecta para todas las instancias. Quien debe ser “perfecto” es el jinete y su buen juicio... 
 
Silla australiana. Nótese la facilidad con la que aun un niño puede desplazar hacia atrás el talón interno para un giro estrecho, tal como lo habría hecho con una montura inglesa.
 
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