Pachama, un poblado prehispánico abandonado
Entre
Ticnamar y Chapiquiña (de “ch’api” = espina y “ikiña”, cama) un letrero señala que hacia el oeste está Pachama. Sólo los lugareños lo visitan, porque hay que salirse del camino principal y los ariqueños no saben cuán interesante puede ser el lugar. En unos 20 minutos de recorrido por un camino aceptable para un 4x4 corriente, dejando atrás a un par de ranchos antes ocupados por agricultores, se llega al pueblo (Lat.18º25'S, Long69º32'O), abandonado desde hace algunas décadas porque a sus habitantes les convenía más mudarse a Chapiquiña, pese a lo cual aun hay sectores cultivados y los propietarios mantienen sus casas en estado habitable y cerradas con candados, pues vuelven periódicamente para las fiestas religiosas del pueblo.
Pese a la discordante modernidad del centro comunitario que se instaló al lado de la iglesia en el año 2000, la visita se justifica plenamente por lo que se siente al pasearse por las "calles" solitarias de un poblado que más o menos mantiene una distribución urbana propia de los poblados principales prehispánicos (”
markas”).
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La "calle principal" de Pachama, la que lleva al ppoblado desde la iglesia. Las calles interiores están empedradas, bien señalizados sus nombres los cuales, algo tristemente inusual para otros poblados serranos, son aymaras y no personajes fuera de lugar como "Manuel Rodríguez", "Serrano" u otros similares.
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En contraste con el esquema español que centra al pueblo en el complejo plaza-iglesia, las markas ubican la iglesia en la periferia y la plaza (plazuela en el caso de Pachama) entre ambos. En Pachama, el cementerio amurallado está al poniente y si bien algo lejos, está frente a la iglesia y no detrás de ella como es habitual y comunica con ésta sin necesidad de pasar por el sector habitacional.
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El cementerio de Pachama. En la esquina superior derecha se ve la iglesia.
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La principal anomalía en Pachama es que la señora (T'alla) iglesia, construida probablemente durante el siglo XVII, no mira hacia el oriente como debiera.
Además, su "esposo", el señor “Mallku” torre, está inusualmente ubicado fuera del atrio (el espacio amurallado que rodea a la iglesia) y, otra peculiaridad, está a la izquierda de ésta.
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Torre campanario de la iglesia de Pachama.
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El espacio amurallado (atrio si está frente a la puerta de la nave) sirve para rituales católicos y en la época colonial podía utilizarse como cementerio, en contraste con la plaza exterior donde se realizan los rituales autóctonos, autorizados a título de "costumbres" desde que la pastoral parroquial de la tolerancia del siglo XVII dejara de prohibirlos a título de "idolatrías".
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Atrio de la iglesia de Pachama.
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El pueblo está ubicado en los altos del valle de San Andrés y a éste apóstol está dedicada la iglesia. De una nave y dos capillas laterales, con los típicos contrafuertes exteriores:
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Iglesia de Pachama. Nótese los típicos contrafuertes exteriores de nuestras iglesias coloniales.
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Es la única iglesia de nuestra cordillera que sé que tiene pinturas exteriores (siglo XVIII): por sobre la entrada y ofendidos por una patética ampolleta que se antepone, figura una imagen de la Virgen con el Niño en uno de sus brazos y a ambos lados, en mayor tamaño, el apóstol Andrés y su hermano San Pedro, quien hace ostentación de su condición de depositario de las llaves del cielo.
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Mural exterior sobre la puerta de la iglesia de Pachama.
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En el interior hay un retablo más o menos típico de las iglesias de la cordillera y paredes profusamente adornadas con flores y elementos decorativos policromos,
además de algunas figuras bien destacadas, como el bien vestido San Isidro con ropaje hispánico (patrón de los agricultores),
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San Isidro, iglesia de Pachama.
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el infaltable arcángel San Miguel en tenida de combate y con el dragón de siete cabezas a sus pies
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Iglesia de Pachama, arcángel San Miguel.
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y San Cristóbal cruzando un río con el niño Jesús sobre sus hombros.
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San Cristóbal y el niño Jesús, iglesia de Pachama.
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A falta de coro, se dibujó uno en la cara interior de la pared frontal, rico en detalles.
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Fresco interior de la iglesia de Pachama, “coro” pintado sobre la puerta.
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En Arica, todos los caminos "no oficiales" llevan a un lugar que guarda parte de nuestra historia. No es difícil recorrerlos, pero es una labor titánica encontrar información atingente. Nuestros antepasados nos legaron sus admirables obras, pero los contemporáneos hacemos como si quisiéramos ocultarlas. ¡Bravo! burócratas caucásicos: sigan ignorando física y culturalmente a nuestra precordillera y terminaremos perdiendo lo mejor de nuestro patrimonio...