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Putre 
 
Ubicado en los faldeos de la Cordillera Occidental a unos 3.550msnm (Lat. 18°11'34"S, Long. 69°33'28"O), es decir, al Este de la Sierra de Huaylillas, Putre (de ”phuxitri” = el sonido del agua) es la Capital de la Provincia de Parinacota (de “parina” = flamenco y “quta” = lago) y el principal poblado del interior ariqueño. Por la actual carretera internacional (11-CH) está a 145km de Arica. 
 
 
El valle está parcialmente ocupado por avalanchas de material incandescente de los volcanes Taapaca y Ancoma (”los Nevados de Putre”, domos volcánicos de 1 millón de años de antigüedad, inactivos desde hace 20-27.000 años) 
 
Vista desde la meseta del cerro Huaycuta, muy cerca del tambo de Zapahuira 1. Al fondo, los “Nevados de Putre” (volcanes Taapaca y Ancoma).
 
y lleva sus aguas a la quebrada de Ancolacaya, por la cual fluye el río Lluta, proveniente del norte. Si bien el lugar estaba poblado antes de que los españoles planificaran el pueblo actual en 1580 (más o menos), su ubicación geológica lo privó del patrón socioeconómico multiétnico descrito para la Sierra de Huaylillas: no hay pukaras ni restos de asentamientos de importancia, aunque parece que al norte del pueblo hubo antes un tambo inca y cerca de él hay un chaqu (trampa para atrapar auquénidos, restaurada en la década de 1970). Estas fueron ideadas por los incas en el siglo XV, pero (e independientemente pues los andinos no tuvieron contacto con gente de Eurasia), hace unos 8.,000 años ya habían sido inventadas por cazadores-recolectores del Cercano Oriente para capturar a inmensos rebaños de gacelas. 
 
 
A una veintena de kilómetros más arriba del cruce a Putre por la Carretera Internacional a Bolivia, hay una dependencia de Conaf (Corporación Nacional Forestal, encargada del cuidado de los Parques Nacionales) donde se ha hecho un sendero e instalaciones para visitar un pequeño bofedal y unos aleros que fueron utilizados como refugio por los cazadores del Período Arcaico. Allí se pueden observar vizcachas (foto) y una variedad de aves. Un poco más arriba está bien señalizado el camino de tierra que lleva al chaqu (Lat. 18°11'28"S, Long. 69°25'35"O). 
 
Otro potencial atractivo del vecindario de Putre son las Termas de Jurasi (Lat. 18°12'37"S, Long. 69°30'38"O, 4.100msnm), a las que se accede por un camino de tierra de unos 3km en regular estado, el cual se origina a unos 3km al oriente del cruce a Putre. El lugar, una estrecha quebrada con agua bien caliente que fluye desde su pared norte 
 
Vista general de una de las varias vertientes de agua caliente.
 
Detalle de una de ellas.
 
y agua fría que corre por el talweg, era atractivo hace décadas, 
 
Termas de Jurasi en 1974.
 
cuando sólo existía un par de amplias tinas en una pintoresca ruina y el acceso era muy difícil por lo precario de la huella vehicular. Pero después fue un lamentable conjunto de feas y mal tenidas instalaciones que hasta el año 2014 arruinan el lugar y lo único pintoresco que le queda es su leyenda. Algo después del año 2000 se construyó una poco atractiva piscina e instalaciones un poco menos precarias pero mal tenidas. 
 
Vista general de las instalaciones, año 2014.
 
Detalle del recinto administrativo, donde parece que nunca hay alguien que lo atienda. Año 2014.
 
Hay sólo un espacio atractivo: varias pequeñas piscinas con mangueras a la vista. Aun allí todo es precario... 
 
 
Cada vez que paso sólo de visita por el lugar me indigno porque podría ser un espectacular atractivo de Putre con una mínima inversión comparada con el costo de las faenas que en mayo del 2014 se están realizando con fondos fiscales o municipales para mejorar su acceso. Pues es dinero desperdiciado si no cambian la gestión de quienes administran las termas. Espero tener que desdecirme algún día... 
 
 
Se cuenta que hace mucho vivía cerca del lugar una hermosa mujer que nunca envejecía. Esposo tras esposo fallecía anciano mientras ella conservaba toda su juventud y belleza. Su último marido, a quien como que adoptó siendo niño, intrigado porque sólo él envejecía, la siguió un día cuando ella iniciaba sus misteriosas desapariciones, la vio bañarse en las termas y comprendió que eso explicaba el secreto de la juventud eterna. Volvió solo al lugar y mientras se bañaba lo sorprendió su esposa, quien furiosa exclamó: ¡jurasi!, ¡jurasi!, lo que significaría !hierve, hierve! y las aguas hirvieron y la historia terminó en un desastre: falleció su esposo y ella no pudo ya volver a reutilizar la fuente de la eterna juventud. Eso era lo único interesante rescatable de las termas hasta el año 2014. 
 
En fin, como veremos, la principal riqueza arqueológica del vecindario de Putre reside en las pinturas rupestres, de data relativamente reciente (posterior al Tiwanaku). 
 
En contraste con el modesto rol que parece haber jugado en épocas preincaicas, Putre fue un lugar de descanso y reabastecimiento de primer orden para el tráfico de plata desde y hacia Potosí durante el auge de las minas de plata iniciado a mediados del siglo XVI y luego del oro de Choquelimpie un siglo después. Se dice que se fundó en 1580 y circa 1600 se construyó una primera capilla, que fue destruida por un terremoto en 1665. En 1670 se construyó otra capilla en el lugar de la actual iglesia, con ricos adornos murales, de oro y plata según los cronistas de la época. Durante el siglo XIX Putre entra en decadencia debido a la merma de la actividad minera y los daños del terremoto de 1868. La capilla (ya existía en 1618) se restaura en 1871 y adquiere categoría de iglesia, dedicada a San Ildefonso. De esa época es la actual fachada de piedra y el coro; la torre campanario parece ser más antigua (foto). 
 
Otras reliquias coloniales de Putre son los portales de piedra labrada (foto1, foto2, foto3, foto4, foto5, foto6, foto7), pilares de esquina (foto) y antepechos de ventanas (foto) que aparecen poco antes o después del inicio del siglo XVIII, durante la época de oro de Putre, los cuales eran seguramente parte de construcciones de mucha mayor envergadura que las deterioradas viviendas de barro que hoy adornan. De los más de 20 que conocí en la década de 1970, sólo quedan unos 13 portales del siglo XIX, uno de ellos con un escudo del Perú de entonces, que se dice que corrió serios peligros durante el gobierno militar (foto). Pero a partir del año 2005 o algo antes, aparecen nuevos portales que conservan el estilo de los coloniales y por lo menos se restauró uno en el año 2011, 
 
 
aunque otras han sido víctimas de la modernidad 
 
 
o están en un triste estado ruinoso: 
 
 
El estatus y la historia de Putre como Capital de una Provincia chilena no me interesa pues esta publicación pretende rescatar a la Arica genuina, antes de que Chile la relegara a su inmerecida condición actual. 
 
Sin embargo, hay historias que quisiera rescatar y que hablan de un heroico cruce de agresivas serranías y quebradas que he recorrido parcialmente a caballo (ver el e-book “Arica a Caballo”, sección Incani y Wilakaurani). Aun hay personas en Arica que recuerdan la época de la primera mitad del siglo XX, cuando no había más opción para llegar a Putre desde Arica que viajar en tren hasta la Estación de Puquios (Lat. 18°10'29”S, Long. 69°44'44"O, 3.750msnm). Desde allí a Putre hay unos 20km en línea recta y tal vez 40-50 siguiendo el estrecho sendero que debe cruzar una cordillera abrupta hasta llegar a Wilakaurani y de allí bordear un precipicio para acercercase a Putre. Lo habitual era que en la estación los esperaran familiares o conocidos con mulares. Al recordar mis cabalgatas por la zona se agranda mi respeto por esas personas estoicas que se sabían chilenos sin importarles que su Patria los tuviera tan abandonados. Es que ser ariqueño hoy es una delicia pese a la indiferencia de Chile, pero antaño era una difícil aventura... 
 
Algunas historias más acerca de Putre: A principios de los años ‘70 casi todas las techumbres estaban cubiertas por paja brava y apenas había un lugar donde conseguir una modesta cena. Posteriormente fue ocupada por un importante contingente militar, hoy reducido a una mínima expresión, antes con más de mil caballos cuando la Caballería era una de las Armas de nuestro Ejército. Conocí bien esa época, desde que los caballos llegaron a Arica y estuvieron por un tiempo en una parcela en el valle de Lluta, desde donde los aprovechábamos para hacer repetidas cabalgatas por todo el sector con un par de colegas militares, a menudo atravesando la pampa que separa al valle de Lluta del de Azapa para almorzar camarones de río en mi parcela y luego volver a Lluta poco antes de la caída de la noche. La primera vez que lo intentamos la pampa nos engañó y tras varias horas de cabalgata nos encontramos de pronto con que habíamos cabalgado un gran círculo que nos devolvió a Lluta. Para el segundo intento, siendo por entonces dedicados yatistas y pilotos de avionetas, “navegamos” la pampa con un “plan de vuelo” y provistos de compases de demarcación. ¡Lindas cabalgatas! y una gran decepción cuando esa inmensa tropa debió ser trasladada a Putre y la justificada prudencia del Ejército no nos autorizó a participar en la cabalgata. Ya en Putre y por algunos años, más de mil caballos estuvieron expuestos a las inclemencias del clima y a los efectos de la altura y la mortandad era penosa; cada día morían varios animales. Esos años de esforzados ejercicios de caballería militar terminaron por templar a mi inolvidable instructor de equitación que tanto me aportó desde principios del siglo actual: el ahora Sub-Oficial Mayor en retiro Sergio Arias, a quien rindo ahora y una vez más, un tributo por su calidad humana y técnica. El gestó un trascendental cambio en mi capacitación como jinete. 
 
Después del Ejército, hubo otra “invasión” en Putre: toda la fuerza laboral que explotaba el oro de Choquelimpie y para ellos se instaló la sofisticada Hostería Las Vicuñas. La mina fue explotada con gran eficiencia y en menos años de lo esperado se cumplieron los objetivos, los mineros se retiraron y Putre inició su aventura como centro turístico, lo cual, hasta la nueva invasión de prospectores de minas, avanzaba lentamente pero con paso seguro. Desde los inicios del siglo XXI y algo antes, hay muchos lugares donde almorzar, cenar o beber un aperitivo. Los menos ingeniosos sirven comida sin grandes atractivos, “casera”, pero al menos uno de ellos, K'uchu-Marka, ofrece un menú de alpaca al jugo o, mucho mejor, un antes-exquisito picante de llayta (Nostoc sphaericum, una cianobacteria que se agrupa en colonias no visibles a menos que estén en contacto con agua y de esa manera forman masas globosos de consistencia gelatinosa y del tamaño de un poroto; se vende seca en el terminal agrícola). Pero el éxito inicial los desubicó y ya el 2010 la oferta gastronómica se había deteriorado y los precios eran similares a los de sofisticados restaurantes de la Arica urbana. Torpes, ya nunca más los volví a visitar... 
 
Todos esos inolvidables recuerdos (y muchos más que omito) se me hacen presentes con fuerza a cada paso que doy recorriendo el poblado, hoy occidentalizado, con una arquitectónicamente elogiable sucursal del Banco del Estado, techos de zinc, muchos albergues y una gran cantidad de turistas principalmente europeos paseando por sus calles y/o preparándose para una cicletada o una larga caminata al altiplano. Pero la invasión de los mineros de inicios del siglo XXI los está ahuyentando. Pero pese a los embates de la modernidad, me parece que Putre sigue tratando de integrarla a su identidad arquitectónica a través de las obras municipales y para demostrarlo resalto la imagen que sigue: 
 
La plaza de Putre al anochecer. Fotografía de octubre del año 2013. No es la antigua plaza, expresa modernidad, pero sin el estilo discordante de la “nueva” plaza de Socoroma y otras obras poco atinadas de Ticnamar, por aportar un par de ejemplos (y hay muchos más).
 
De lo prehispánico, decíamos, lo más rescatable son sus pinturas rupestres. 
 
Pinturas rupestres de Putre 
 
Pictografías de Wilaqawrani 
Las pinturas rupestres más conocidas, estúpidamente dañadas por los contemporáneos, son las del alero de Wilaqawrani (de “wila” = rojo y “qawra” = llama), ubicadas en Lat. 18ª12’S, Long. 69º37’O y a unos 3.100msnm en el borde de una pequeña planice en la ladera norte del extremo poniente del valle de Putre,  
 
Alero de Wilaqawrani (flecha amarilla), visto desde los altos de la huella que desciende de la estación ferroviaria de Puquios, antaño la más expedita vía desde y hacia Putre.
 
en una concavidad de un pared de toba riolítica de 30m de altura (foto). La riolita es una roca volcánica extrusiva (expulsada por la actividad volcánica) de color claro, con partículas (piroclastos) que salieron como tales del interior del volcán. 
 
Se representan allí hermosas pinturas de auquénidos en movimiento, figuras humanas esquemáticas y unos pocos felinos (¿pumas?) y figuras simbólicas, en partes compartiendo el espacio con petroglifos que muestran a auquénidos algo deformados y en actitudes más pasivas (Niemeyer). Las figuras están seriamente deterioradas. Citando a Niemeyer, “una parte de ellas ha desaparecido bajo el negro de humo de los fogones encendido al pie de los frisos. Se han practicado hoyos en la pared para colocar palos y colgar de ellos tiestos de cocina... Se han percutido (baleado) los cuerpos de los animales... Se han rayado sin miramientos con la superposición de los nombres de los visitantes. Un daño sistemático fue producido con un cincel metálico sobre los cuerpos de casi todas las figuras, con el propósito al parecer de obtener muestras de las pinturas.”  
 
A la izquierda hay una hilera de cazadores espantando a los auquénidos hacia el lugar apropiado para capturarlos con boleadores. Nótese el daño, una muestra más del respeto de los chilenos por lo andino...
 
Otro sector del panel de pictografías de Wilaqawrani. La pata posterior derecha del auquénido marcado con un círculo azul  ha sido capturado por una boleadora (flecha amarilla) y varios hombres tratan de contenerlo (pequeños círculos amarillo-verde). Un auquénido yace muerto (círculo amarillo). TODAS las figuras han sido perturbadas por balazos y/o extracción de trozos con cincel.
 
 
Por eso no revelaré la ubicación exacta del otro sitio importante de pinturas rupestres (Incani) y he colaborado activamente en gestiones dirigidas a que los locales conozcan y comprendan el valor de sus remanentes arqueológicos. Si alguien ha de responsabilizarse de la explotación turística de Incani, afortunadamente de acceso difícil y apto sólo para personas en buen estado físico o capaces de montar siguiendo una peligrosa huella, deben ser los locales y ellos deben responsabilizarse de su conservación, como ya lo estaba haciendo el 2005 mi amiga Elsa Flores y nuestro buen amigo Jerónimo, compañero y asesor de varias aventuras serranas, un arriero de tomo y lomo a quien le confiamos los caballos que mantenemos en Putre. Sin un control adecuado, los chilenos no tardarían en dejar a Incani en el estado en que hoy está Wilaqawrani, la más espectacular, sofisticada y dañada expresión de pintura rupestre del territorio ariqueño. 
 
La última vez que visité el lugar, en noviembre del 2005, nos acompañaba Gail, una valiente turista australiana fascinada por Putre y un dedicado artista, Miguel, quien se dedica a elaborar reproducciones arqueológicas. Hicimos un largo trayecto partiendo desde Putre y pasando por Incani, algunos jinetes a caballo y otros montando mulas. A vuelo de pájaro no recorrimos más de unos 12km, pero el incesante subir y bajar quebradas impresionantes nos hizo cabalgar algo más de siete horas. Es más fácil llegar a Wilaqawrani directamente desde Putre, caminando o cabalgando un par de horas, con buena parte del trayecto por una estrecha huella de menos de medio metro de ancho y al mismo borde de un impresionante precipicio. A pie, la vuelta es pesada pues se asciende continuamente, pero es un viaje que vale con creces el esfuerzo invertido. 
 
Pictografías de Incani 
A fines del 2003 la Casa de la Cultura de Putre solicitó mi colaboración para un proyecto destinado a mostrar a los locales la riqueza arqueológica de su vecindario e incentivarlos a custodiar su conservación. Se realizaron varios talleres en terreno, después de una instrucción teórica (foto). Uno de los viajes tuvo como destino a las pictografías de Incani (”lugar del inca”), a 3.450msnm y protegidas por un largo y esforzado camino de unas tres horas desde Putre, imposible de realizar sin un guia (y para que no sufran el mismo destino de Wilakaurani no revelo sus coordenadas). Para la planificación de esa actividad, una cordial estudiante de turismo oriunda de Putre, Elsa, nos llevó al lugar. Con un estado físico estupendo (recientemente había ascendido a la cumbre del Taapaca) y estimulada por un inmenso amor a su tierra, nos guió a través de cerros, una pequeña pampa, una profunda y abrupta quebrada que bajamos con nuestros tendones reclamando pero premiados por el hallazgo de deterioradas pictografías en una paskana con indicios de ocupación contemporánea y luego subimos la ladera opuesta con el reclamo de nuestros músculos, espantando guanacos y a una inusual manada de 17 tarukas (huemul andino). Ya en medio de la inmensidad de los faldeos de la Cordillera Occidental, 
 
La quebrada de Incani confluyendo más allá del árbol con la de Ancolacaya. Sólo una persona habita en el año 2003 el lugar del árbol, el Sr. Pedro Vásquez.
 
una quebrada secundaria que drena en la de Ancolacaya tiene algunos aleros con muchas y bien conservadas pinturas rupestres. 
 
El primer alero de Incani (Incani 1) está en la ladera oriental, en una oquedad de un afloramiento de roca andesítica, emparentada con la riolita pero más dura y oscura. 
 
 
Lo que más abunda son representaciones naturalistas de auquénidos de perfil. 
 
 
Otras figuras son felinos, cánidos, un par de aves, una vizcacha (?) y esquemas de figuras humanas, a veces vinculadas a líneas serpenteantes. Una de las figuras humanas es muy extraña: usa una falda y sus brazos parecen alas de mariposa. 
 
 
Al parecer, las imágenes tienen distintas antigüedades identificables por su color: el más antiguo es el rojo oscuro y luego se utilizó un color ocre y el rojo vivo, seguido por el blanco. En blanco destaca un auquénido con una cuerda atada al cuello y a un personaje que parece usar sotana (foto). 
 
Las excavaciones realizadas por Niemeyer en 1968 y 1969 rescatan desde un botón de camisa y una herradura hasta conchas de mariscos, corontas de choclo (zuros de maíz), puntas de piedra, instrumentos de piedra y hueso. Hay huesos de auquénidos partidos longitudinalmente como para extraer la médula y cerámica tosca y trozos de cerámica altiplánica preincaica (Chilpe, decoración negra sobre rojo), ariqueña costera de la misma época (Pocoma) y posterior. Todo esto hace suponer para Incani una antigüedad no mayor de 1.000 años y la posible actividad de cazadores en las primeras épocas de la ocupación. De hecho, las figuras de auquénidos de mayor antigüedad tienen una actitud más dinámica que las posteriores. 
 
Muy cerca hay un alero pircado con un panel con líneas labradas en la roca, centrado por un orificio circular y rectángulos con separaciones interiores. Es difícil resistir la tentación de verlo como un mapa que señala el camino desde Putre (hacia arriba) y hasta las andenerías de Ancolacaya (hacia abajo). Cerca de lo que sería Putre, el “camino” se bifurca para llegar a lo que podría ser el lugar de Wilaqawrani. Una imagen antropomorfa cruciforme sugiere una data hispánica (foto). 
 
Subiendo por la quebrada de Incani hay otros aleros en la roca andesítica. En uno de ellos encontramos escasos restos de pinturas en rojo vivo. Pero al otro lado, en la ladera occidental, hay varios aleros en una pared de toba riolítica, roca de origen volcánico extrusivo con partículas, más clara y blanda que la andesita. En una segunda visita, por fin encontramos a las pictografías de Incani 2, de ubicación imprecisa en lo poco que se ha escrito del lugar. Son decenas de figuras de auquénidos de perfil, un felino y algunas figuras antropomorfas esquemáticas. Los colores son amarillo claro y rojo vivo. Niemayer no encontró allí restos de ocupación humana. 
 
La última vez que visité el lugar fue en noviembre del 2005, esta vez a caballo (lea el relato de esa verdadera aventura). 
 
El alero de Incani 2, adornado por una bella italiana que nos acompañó.
 
Pese a su encanto, Putre no es un buen lugar para explicar la riqueza cultural de nuestro pasado prehispánico, en contraste con Copaquilla, que es como un resumen de lo que pasó en nuestro territorio poco antes de la llegada de los españoles. 
 
Pictografías de Otros Lugares 
En Arica hay muchos otros lugares con interesantes pictografías. Para aquellos que se interesan en el tema les señalamos algunas de las que están documentadas en este e-book. 
 
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