Ya pronto llegaremos al valle de
Codpa, entrando por Ofragía (Lat.18°50'S, Long.69°47'O). Pasaremos de largo por ahora para descansar en la cómoda Hostería de Codpa (Lat.18°50'S, Long.69°45'O).
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Guañacagua. La iglesia y su esposo, el señor Mallku Torre.
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y tal vez sigamos hasta Chitita para saludar a mi amigo y arriero-guia de nuestra primera cabalgata a Codpa, don José Mamani y señora (
foto) y volveremos cargados de guayabas. Todavía tenemos tiempo antes de almorzar para retroceder los 5km hasta
Ofragía y explorar sus petroglifos y los de
Cerro Blanco. Eso no puede pasarse por alto.
Un chapuzón en la piscina y un ligero almuerzo en la Hostería, antes de seguir al sur. Por ahora no exploraremos el camino de los altos que lleva a Vila-Vila e Incauta, porque es un trayecto que exige por lo menos un día completo. Aceptemos entonces no visitar los poblados y pukaras del lugar, para tener oportunidad de cruzar hacia el valle
Camarones por un camino estrecho, en regular estado pero hermoso.
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El primer lugar de interés que encontraremos entre el valle de Codpa (Chaca) y el de
Camarones es impresionante:
Pachica (Lat.18°55', Long.69°37').
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Pachica, en una cornisa de la ladera norte del valle de Camarones, casi colgando en medio del precipicio.
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Esta vez sí que me aseguraré de comprar un par de esas gigantescas trenzas de ajos. De allí seguiremos la ruta de Pedro de Valdivia y llegaremos a
Esquiña (Lat.18°55'S, Long.69°37'O).
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Esquiña, al interior del valle de Camarones, al oriente de Pachica. Por entonces aun no se había restaurado a la iglesia, lo que se consiguió en el año 2009.
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y vale la pena seguir un poco más arriba para conocer Illapata (Lat.18º57'S, Long.69º30'O).
Luego, volver a Pachica y acampar en las ruinas de la ocupación colonial.
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Iglesia de Pachica, vista desde las ruinas del poblado colonial.
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Tal vez algún fantasma nos cuente dónde ocultaron los antiguosa las interminables láminas de plata con que pagaban sus necesidades.
Al día siguiente, si la Municipalidad de Camarones no ha conseguido mantener el camino transitable y sin barreras, volvemos al camino de Codpa y retornamos temprano a Arica. En caso contrario, bajaremos hasta
Guancarani y Cochiza a visitar sus sus petroglifos
y luego a
Taltape. Para no andar apurados, no es mala idea acampar en Taltape al lado del gran cubo de piedra con un sol tallado, cerca de un cementerio indígena saqueado, buen escenario para volver a contar cuentos de aparecidos antes de irse a dormir.
Esa tarde, quienes gusten de caminar y explorar, podrán bajar un poco más allá del Viejo Cuartel, reliquia de la Guerra de 1879,
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Cuartel Viejo en el valle Camarones. Ocupado en 1879 por el Gral. Hilarión Daza y sus tropas. El era el Jefe Supremo del Ejercito Aliado y Presidente de Bolivia. Allí decide retirarse de la guerra.
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para luego visitar la quebrada de
Humallani, la cual está llena de “planchones” y el pukara que está en la cumbre del cerro que forma el ángulo oriental de la desembocadura de la quebrada, dominando la vista de ésta y del valle.
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Vista muy parcial del pukara de Humallani.
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El valle de Camarones, al este del poblado.
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Al día siguiente habrá tiempo de sobra para llegar antes del anochecer a Arica, habiendo recorrido en pocos días casi toda la historia de Arica en un paquete de turismo de aventura seguro, de bajo costo y de una riqueza difícil de conseguir en el resto del planeta. Claro es que si no se sabe o no se tiene cómo instruir a nuestros acompañantes para que entiendan lo que están viendo, llegarán diciendo que sólo vieron un montón de piedras y unas iglesias en ruinas.
¿Será por eso que perdura la triste fórmula “Turismo_de_Arica = Morro+Chungara”?
Todo esto es tan obvio, que sigo sin entender porqué se asombran todos cuando lo relato. Precisamente por eso hice un gran esfuerzo para conseguir que el público tuviera acceso a estas notas, debiendo soportar más de un disgusto porque cierto estamento se oponía a que un “lego” mostrara la riqueza arqueológica y turística de nuestra sierra, pero convencido de que no hay otra manera de conocer lo que es Arica más allá del triste entorno de los santiaguinos que habitan nuestras tierras porque en sus limitadas perspectivas no tienen “mejores alternativas”. He allí el origen de la inmerecida mediocridad ariqueña.
Si quiere descubrir un mundo donde las aventuras físicas e intelectuales no se han agotado aún, acompáñeme pues a explorar la identidad, historia y el territorio de la Arica de verdad. Comencemos por el sustrato, la geología de Arica y vecindario.