El Ayllu 
 
De la cosmovisión andina deriva la forma de vida homónima, basada en la inviolabilidad del ayllu, el concepto más trascendente de la peculiaridad sociológica andina. El ayllu, una organización social muy anterior a los Inkas, define las bases de la relación social, la familia, el amor y --a su tiempo-- el imperio incaico. 
 
Siendo el aymara pre hispánico sólo un ser humano desprovisto de efectos personales (y nadie los tenía mas allá de lo básico), incapaz de seguir con vida por sí mismo y debiendo a la vez cuidar y acariciar a la Pachamama y trabajar por los intereses de la comunidad, no le queda más que unirse como componente no indispensable pero absolutamente comprometido a un grupo estructurado basado en relaciones familiares, grupo que es unidad pecuniaria (empresa), parcela (tierra asignada para su explotación) y seguridad. El ayllu es LA unidad social andina, pues el hombre solo no es nada y el yanacona sólo puede subsistir como mendigo o siervo de estructuras marginadas del orden social básico como la nobleza imperial incaica o el capitalismo perturbador de los conquistadores. 
       
Para facilitar la descripción nos referiremos sólo al concepto de ayllu “menor”, dejando sin describir los cuatro espacios o ayllus “mayores” (dos para cada una de las dos sayas o divisiones primarias) en que se dividía el espacio territorial ocupado por una etnia. Estos últimos eran divisiones “macro” del territorio donde se asentaban los ayllus menores de la etnia, los cuales eran la unidad socioeconómica indivisible, al estilo de un átomo, la estructura básica de un poblado. Priorizaremos las características del ayllu durante el imperio incaico, pues durante ese período estaba más o menos estrictamente reglamentado. 
 
Los quechuas decían "si un hombre ama demasiado, es mejor que diga que no vive", pues quien mucho ama quiere cosas para sí y nunca se satisface y en el mundo andino nadie se pertenece a sí mismo, sino que al ayllu. Está muerto si se margina del ayllu, pasando al abyecto estado de yanacona. Durante el dominio incaico, por obligación a cierta edad y previo a una conivencia prematrimonial relativamente larga, si a la pareja le parecía bien se les casaba en fechas bien establecidas, se les entregaba entonces una "chakara" para cultivar, el resto del ayllu le ayudaba a construír su casa y el varón pasaba ya a ser tributario, ambos se portaban bien en su matrimonio porque así lo dicta el orden natural de las cosas, eran fieles y adquirían un mutuo afecto creciente. Para que los jóvenes solteros no perturbaran las uniones matrimoniales, el Estado organizaba de manera bien pensada y controlaba prostíbulos edificados fuera de los asentamientos, servidos por mujeres capturadas en las guerras. 
 
El ayllu era autosuficiente y además podía prescindir del individuo extraído por un cierto período para cumplir con la mit'a (servicio militar o comunitario obligatorio). Tenía un fundador, típicamente guardado en estado de momificación y un jefe (sinchi o kuraka) que debía ser justo y honesto pues debía responder a sus superiores. Cada ayllu veneraba a su propia wak'a (a menudo la momia del fundador o antepasado), la cual protegía a esa comunidad. 
 
La estructura del ayllu fue utilizada como unidad gentilicia, administrativa, tributaria y a menudo urbana por los incas. El ayllu incaico era artificial y se formaba con personas de distinto origen o parientes que eran separados de su unidad previa para formar un nuevo ayllu. Una vez establecido, se imponía la mono y endogamia (sólo al kuraka o curaca se le autorizaba la exogamia y podía ser polígamo). Los ayllus existían aun en las agrupaciones urbanas de la costa centro-norte del Perú actual, donde cada uno ocupaba una calle o un barrio y se especializaba en una actividad laboral específica (una excepción que confirma la regla: allí la estructura económica no se basaba en el auto abastecimiento sino en el trueque). Hasta la alcurnia "aristocrática" de los inkas se distribuía en ayllus, aunque las tierras eran trabajadas no por ellos sino por los yanaconas y allí se permitía el incesto (casarse con la hermana de padre), la poligamia (no así la poliandria) y no se forzaba la endogamia. 
 
En los ayllus comunes (formados por "el pueblo" o jatunruna) no existía la individualidad ni por cierto el dinero. Las obras comunes (puentes, canales, caminos, etc.) eran realizadas gratuitamente por todo el ayllu (minga) y las gestiones que una familia nuclear no podía realizar por sí misma, eran apoyadas por otros (ayni) y algún día "pagadas" colaborando a la otra parte con una gestión similar. 
 
Pero en páginas precedentes establecimos que la unidad no existe en el mundo andino sino como un tercer elemento, fruto de la armonía de la interacción de los opuestos complementarios. Pues también el ayllu se divide en dos fracciones: la alta y la baja y esto se proyecta a lo largo de todas las estructuras sociales andinas. El territorio que ocupaban todas las comunidades andinas se dividía en una fracción alta (janan en quechua, araj saya en aymara) y otra baja (urin y manqha saya respectivamente) y una línea perpendicular a ésta definía los cuatro ayllus mayores. En consecuencia, cada ayllu menor pertenecía a uno mayor y a una saya. Supongo que esta doble conceptualización bi y cuatripartita proviene del altiplano y de la ulterior imposición incaica de su concepción del espacio territorial, respectivamente (nótese que, por decisión de Túpac Yupanki. el Estado Inca se tranformó en Tawantinsuyu, que significa “cuatro suyus”). 
 
Pero también los incas organizaban su sociedad y las estructuras de poder sobre la base de la bipartición primaria. Aunque lo de arriba (janan) tenía precedencia, para ellos pertenecer al grupo urin no tenía connotaciones peyorativas. Es posible que los incas establecieran en esta materia una diferenciación por sexos a partir de Pachakutiq (IX dinastía), pues al reestructurar Cuzco las dependencias de urin Cuzco fueron asignadas a los seguidores de la emperatriz (aunque la máxima autoridad urin, el Sumo Sacerdote, fuera un varón con poder) y la de Janan Cuzco a los del Sapa Inca (”sapa” = “único”; así se denominaba a lo que podríamos traducir como “emperador”). Estas fracciones alcanzaron en Cuzco la categoría de partidos políticos, pero la armónica interacción de ambas era indispensable para la unidad. Más sobre este tema se puede encontrar en el relato acerca del origen de los reinos aymaras y el de los incas. 
 
Es asombroso que el ayllu menor, una estructura preincaica que parece tan simple en la etapa inicial de la organización comunitaria andina, haya perdurado hasta la catástrofe de la Conquista y haya sido conservada, utilizada y priorizada por uno de los más vastos y organizados imperios de la humanidad. Aún hoy, en El Alto de La Paz, donde se ha instalado la mayor parte de los aymaras que migran a la ciudad, Malú Sierra cree ver a los ayllus reconstituidos en las juntas vecinales, donde "la democracia india funciona tal como ocurre en el campo". Calza con mi definición del Mundo Andino: simplicidad capaz de autorregularse y proyectarse casi hasta el infinito... 
 
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