Cabalgando Para Almorzar Bien en el Valle de Lluta
En el kilómetro 38 y medio de la carretera internacional a Bolivia que se inicia en el valle de Lluta, hay un restaurante campestre donde su dueño, veterinario, prepara una muy buena comida con recetas típicamente chilenas. Se llama, obviamente, “Treinta y Ocho y Medio” y además del menú allí se venden diversos tipos de quesos y otras golosinas preparadas por los dueños.
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El “Treinta y Ocho y Medio”.
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Para llegar allí, si se parte desde Poconchile, la cabalgata demora unas tres horas y una menos si se parte desde la parcela de mi colega Memorino Riquelme en Linderos. Además de los hermosos paisajes, el paseo permite que toda la familia se reuna en la mesa pues quienes no cabalgan pueden llegar al lugar en vehículos y compartir con los jinetes el escenario campestre con vacas y otros animales.
El trayecto de la cabalgata transcurre por caminos de tierra o senderos, es seguro y tiene varios escenarios campestres hermosos.
Poconchile era una aldea preicaica que, tras la llegada de los españoles, fue un “tambo” o lugar de descanso y reabastecimiento para las caravanas que transitaban desde Arica al altiplano. En el año 1605 se fundó allí la iglesia de San Jerónimo, la primera parroquia del
Corregimiento de Arica. En el siglo XIX se le reconstruyó con muros de adobe, un atrio delimitado por un hermoso muro con pilastrones y se le agregaron dos campanarios. Cerca de allí, a partir de 1572, se trató infructuosamente de “reducir” a los indígenas en un poblado al estilo español para controlarlos mejor y llevar la cuenta de la población potencialmente expotable para trabajos obligatorios y adoctrinamiento cristiano.
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La iglesia de Poconchile. Detrás de ella hay un típìco cementerio nortino.
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Desde Poconchile, quienes viajan en vehículos llegarán en menos de media hora al restaurante por una buena carretera pavimentada, mientras los jinetes siguen un camino de tierra que luego se continúa por la ladera norte del valle. A un par de kilómetros de Poconchile se pasa por el emplazamiento Goura Maldal (tierra de Dios) de la comunidad Hare Krishna, un lugar hermoso abierto a las visitas donde sirven comida vegetariana y venden un rico pan integral.
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Emplazamiento de la comunidad Hare Krishna como era en el año 2001, visto desde la carretera internacional. Hoy tiene más recintos. Merece una visita...
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Poco más allá había por entonces otro posible descanso: la “Granja Ecológica” de Memorino, diseñada para la mantención de caballos y la observación de las aves del lugar y donde fotografiamos al primer ejemplar vivo de la Bandurria de la Puna documentado en Chile, entre otros atractivos ornitológicos (ver mi e-book “Aves de Arica”).
El camino de tierra continúa bajo la sombra de los árboles que lo delimitan, hasta que llega al más árido paisaje de la ladera norte del valle.
Sigue un camino de tierra con algunas curvas, excepcionalmente recorrido por vehículos motorizados, donde se puede galopar en paz. Tras el ascenso de una colina de unos 100m de altura, se desciende al talweg (fondo) del valle y reaparece la vegetación en un tramo pantanoso que se dirige al sur hasta llegar al río.
Tras cruzarlo, el sendero lleva a la ladera sur del valle y cerca de la carretera internacional se llega al recinto del restaurante.
Hay amplio espacio para amarrar a los animales y descansar o para que los más entusiastas o quienes viajaron en vehículo, cabalguen por el vecindario.
Los más pacíficos disfrutaremos una cerveza con el dueño del lugar y/o compartiremos con quienes no cabalgaron, mientras los que añoraban un descanso encuentran el lugar ideal para prepararse para un opíparo almuerzo.
Carne mechada, costillar o pernil de chancho, un rico guiso de conejo, empanadas, humitas y otras especialidades chilenas muy bien preparadas nos llevarán de vuelta a las hamacas para recuperar el ánimo para volver a cruzar el río poco antes del atardecer y volver a nuestro punto de partida cuando la noche empieza a caer.
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Mi sobrina de Suecia duerme una merecida siesta antes de iniciar el retorno.
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Para los jinetes y los pasajeros de vehículos ha transcurrido un día bucólico, lleno de paisajes hermosos y sin riesgos. La magia de Arica nos permite compartir momentos inolvidables con la familia o amigos.
Aunque muchos ariqueños no lo saben pues tratan de emular aquí el estilo de vida santiaguino, Arica es, sin duda, un paraíso apto para vivir feliz disfrutando aventuras de todo tipo y un fértil espacio para el desarrollo personal y profesional y para enriquecer los lazos familiares. Deliberadamente elegí ilustrar este relato con fotos de mi familia nuclear y las de mis parientes que viven en Santiago o en Europa. Si alguien cree conocer una mejor alternativa de vida, le sugiero que revise lo que ofrece la portada de
aricaacaballo.com, la cual contiene mi visión de la esencia de Arica.